“El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto”
Quizás lo expresado por Carlos Monsiváis en su libro de presidencialismo mexicano, se sume a la sarta de adjetivos que reciben más bien para el mal que para el bien, quienes ostentan el poder en sus diferentes niveles, siendo más padecidos en los presidentes municipales, síndicos y regidores, refiriéndose a la infelicidad de ellos cuando podría considerarse que recaería en los gobernados… podrán tener o acumular fortuna y privilegios, reírse y jactarse de su riqueza material, solamente un modesto pero jugoso poder pasajero que, se refleja más cuando están a punto de abandonar el jugoso cargo que exprimieron solo para sus asuntos personales…
Está por llegar la palabra… todo está consumado.
Una infelicidad de sus autoridades que hace víctima a los pueblos, porque no es otro el motivo, ese sufrimiento a la sociedad si basta ver quienes llegan a los cargos de elección popular, sobre todo, en los tipos de arreglos y negociaciones políticas que los convierte en los más odiados en la historia de su pueblo y concluyen sin entender ni comprender finalmente qué lograron, demostrando esa infelicidad y esa frustración, lo peor, esa falta de autoestima que los marginó de los ciudadanos. Ya no hablemos de la superación personal y política teniendo el control en sus manos… es ignorancia.
Acumulan dinero, cuentas bancarias, dicha y felicidad sin hacer nada que no sea engañarse así mismo, hacerse como el tío lolo… pero todo acaba, lógica y sentencia adquirida en su toma de protesta.
El dinero y el poder municipal, incluyendo a todos, alcaldes, directores, empleados de confianza, ediles y agentes municipales, vamos pues, hasta a los jefes de manzana, - poder es poder por muy modesto el cargo – no encuentran la luz de inspiración para conquistar multitudes, amigos, creyendo que el cargo que ostentan será eterno o que ya jamás retornarán – así retornarán; regresarán, eso ya no, por favor – a sus orígenes el cual negaron y cerraron puertas para no ser molestados.
Una lectura a los temas políticos podría tal vez hacerlos normales, ubicarlos en la realidad y dejar la conciencia errónea, esa que no alcanza la verdad sobre la calidad moral de las acciones y el verdadero error que hemos analizado desde hace muchos años, es la ignorancia causada por la conciencia errónea, endiosados por sus serviles con acciones absurdas y brutales.
Pero que va a pensar un presidentito en sutilezas filosóficas si apenas sabe cómo se llama y quien lo asesora está peor que la carambina de Ambrosio; como va a recurrir a temas teológicos que es necesario saber, si no se enteran del alma de su pueblo, que la tienen, claro está. Y los pueblos tienen que soportar el dolor, las injurias, la indiferencia… la humillación.
La soberbia de los poderosos, al pueblo no lo dejan opinar, lo callan, ofenden y lo interrumpen… de los que se van y de los que están por llegar, enseñando el cobre muy temprano y las exigencias en la entrega repción en donde queda la sentencia de como trataste te tratarán… cadena sucia que aprisiona la conciencia de cada uno de los nuevos alcaldes porque llevan la vocación de ser esclavos de sus bajas pasiones, del engaño, de la maldad, de hacer de todo menos servir a la sociedad.
Lo veremos en ellos cuando inmediatamente dejan de caminar por las calles, estrenando autos, chofer y ayudantes, harán el fuchi a la gente, con desplantes y hasta su caminar de pavorreales será coqueto, único y chocoso. ¿ Apostamos ? aseveraciones nada torpes que dejamos porque así ha sucedido siempre, nada nuevo; el fenómeno de la transformación en ellos, se dará, es inevitable.
Serán los nuevos ricos, con poder y la falsa pose de redentores.
En la mayoría de los municipios del distrito de Coatepec, aparecen ya las órdenes imperativas de los alcaldes electos y de su monstruosa avanzada, amigos que gozan ya las mieles del triunfo, a ello se deben las ausencias de los aun todavía presidentes y sus regidores, disimulan y retardan, están paralizados en este reino del proletariado.
La vida en esto del periodismo nos ha ensañado que los pueblos tienen resentimientos contra sus funcionarios cuando el ciudadano, el jefe de familia, la ama de casa, el estudiante, el campesino, el obrero y hasta el comerciante en pequeño, son olvidados por sus autoridades. La única manera de no tener resentimientos contra sus autoridades, es tener lo que lo provoca… ¿ pero sin comida, sin un sueldo, sin cama y con indiferencia ? tranquilidad implica dormir y comer bien, algo de bienestar… sin indiferencias.
Queda demasiado tema en el tintero.
Seguiremos analizando… mientras tanto ya el pueblo vocaliza desde ahora;
¡Qué bueno que ya se van!
Y así sucederá dentro de tres años.
Seguirán siendo municipios como el de san Pedro de los Saguaros, en La Ley de Herodes. |