Situados en el justo medio, no puede desestimarse que se trató del primer ejercicio de democracia participativa en el país y, como dijo ayer AMLO, lo importante es que se echó a andar un proceso democrático. Es perfectible y con el tiempo tendrá que afinarse. Como publicó Carlos Marín en su columna de Milenio, no fue serio pero como ensayo sirvió.
Pero el bajo porcentaje de participación, apenas 6 millones 474 mil 708 ciudadanos, de un universo de 93.6 millones de mexicanos, creo que vuelve a la realidad a los morenos luego del abrumador triunfo de apenas un mes atrás, el 6 de junio. Cabría decir que la borrachera de ese triunfo les duró solo un mes.
Para que el resultado fuera vinculante, esto es, para que tuviera algún efecto sobre el propósito de enjuiciar a los expresidentes, aunque la pregunta en la boleta era totalmente confusa, se requería una votación de 37 millones de ciudadanos. Desde ese ángulo, los apenas 6.5 millones que acudieron a las urnas indican un fracaso del gobierno y su partido, poco poder de convocatoria, no obstante que López Obrador utilizó su conferencia mañanera para estar haciendo propaganda invitando a ir a votar.
En 2018 AMLO obtuvo la presidencia de la república con una votación histórica récord de 30 millones 113 mil 483 sufragios. En la elección intermedia de julio de este año, Morena solo alcanzó 17 millones 180 mil votos. En la elección del domingo, agosto de 2021, respondieron a la iniciativa del presidente solo 6.5 millones de ciudadanos. ¿Se puede hablar de un triunfo? Van para atrás, como los cangrejos.
Si el presidente quería medirle el agua a los camotes, ya tiene ahora un resultado. Su clientela le falló, no acudió a su llamado. Creo que le quedó muy clara su situación real ante el electorado, qué puede esperar cuando no están de por medio sus programas sociales, el reparto de dinero en apoyos diversos.
El domingo quedó de manifiesto que Morena no se consolida como partido político, que es solo una corriente aunque con poder porque está en el poder, pero no tiene liderazgo ni estructura ni poder de convocatoria.
Por ningún lado del país se notó el liderazgo del dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, ni la fortaleza de su estructura; no fueron capaces, no pudieron motivar, interesar ni movilizar al electorado para que los fuera a apoyar con su voto. Están en el poder pero no están consolidados.
Seguramente el bajo porcentaje encendió los focos rojos de alarma en la presidencia y aunque el presidente trató de mostrar su mejor cara ayer, antes de la mañanera debió haber pegado un baño a sus colaboradores y tal vez habrá de hacer ajustes en su equipo de gobierno.
El resultado debió poner en alerta también a los aspirantes presidenciales sobre lo que pueden esperar en 2024 si no arman buenos equipos de trabajo y fortalecen estructuras locales en cada estado, porque ya deben tener claro que no se pueden confiar en los actuales (tengo datos precisos de políticos de varios partidos en Veracruz, de diversas regiones del estado, que no ocultan que ya están trabajando para la causa del canciller Marcelo Ebrard).
En ese escenario enfrentarán los morenos el próximo examen, en marzo del próximo año, dentro de siete meses: la consulta para la revocación de mandato a que se someterá el presidente.
¿Y la oposición?
La consulta dio la medida de todas las cosas… políticas. Mostró la debilidad de Morena como partido, su falta de liderazgo y de estructura, su incapacidad de convencimiento y movilización si no cuenta con costales de dinero, como los del pasado 6 de junio y cómo su fortaleza la tiene en los programas sociales, sin los cuales se derrumbaría.
Para su fortuna, la oposición está débil y desarticulada y en los partidos otrora más fuertes, el PAN y el PRI, ahora andan disputando lo que queda de ellos, pero no se ve que estén preparándose para aprovechar la circunstancia que se les presenta ni corrigiendo el camino que los llevó a una contundente derrota en la elección intermedia.
La votación en Veracruz
El mismo ejemplo del vaso medio lleno o medio vacío aplica para Veracruz: el total de “opiniones” (votos) fue de 604 mil 881, de los cuales 588 mil 949 votaron a favor del sí y 10 mil 038 a favor del no. Se anularon 5,894, cifra positiva en duda porque se hizo viral la casilla de Orizaba donde los mismos empleados del INE se dedicaron a rellenar urnas porque nadie fue a votar, pensando que nadie los veía cuando una cámara los estaba filmando, fraude que debió haberse cometido en muchos otros lugares donde no hubo votantes.
El porcentaje total es poco si se toma en cuenta que el padrón electoral es es de 5 millones 989 mil 973 ciudadanos, o sea, apenas si participó el 10.09 por ciento de ciudadanos.
También falló el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, el responsable político del estado. Él debió haber hecho todo lo posible por movilizar a los potenciales votantes para ofrecer en charola de plata el mejor resultado del país al presidente, sin importar lo que hubiera pasado en otras latitudes.
El cuitlahuismo mostró que no tiene capacidad de convocatoria ni de convencimiento; que tiene una estructura política de su partido muy débil, aunque ayer el gobernador trató de justificar el mal resultado.
¡Vaya! Eric Cisneros, coherente
Me sorprendió ayer el secretario de Gobierno, Eric Cisneros, proclive a hacer declaraciones polémicas cuando no blanco de críticas porque a veces no se sustentan.
Se refirió a los 600 mil votos en el estado. “Si la voz de todas esas personas no es representativa, yo preguntaría: ¿qué es representativo?” (nota de la reportera Claudia Montero). Pues sí.
Explicó que con la instalación de un tercio de las casillas que normalmente funcionan en la entidad durante un proceso comicial ordinario, era “matemáticamente imposible” lograr que el 40% de los electores participara (alcalorpolitico.com).
“Algunos dicen que fueron pocas personas a votar pero yo dejaría una pregunta en el aire: con menos del 30% de las casillas que deben instalarse en un proceso normal, ¿cómo podrían obtener el 40% de participación? Eso es ilógico, soy ingeniero y en eso las matemáticas no dan (...) eso es matemáticamente imposible y físicamente también”.
Con esto: “Eso nos habla de que hay plena gobernabilidad pero además que hay plenas libertades de participación… los veracruzanos acudieron ayer en plena libertad”.
No está mal, lo que me hace pensar que sería mejor que actuara como ingeniero (es agrónomo) en la Secretaría de Gobierno.
Un monte, el camellón de la autopista Xalapa-Emiliano Zapata
Citando al secretario Cisneros, no estaría mal que volviera con sus cuadrillas al chapeo porque lo que fue un hermoso jardín en el camellón de la autopista Xalapa-El Lencero está convertido en un verdadero monte.
Cómo recuerdo al gobernador Agustín Acosta Lagunes, el autor de lo que fue esa hermosa área jardinada, quien todas las mañanas recorría el trayecto para supervisar que la alcaldesa de Emiliano Zapata, Bertha Hernández Rodríguez, tuviera jardineros trabajando para que la vegetación del área se viera hermosa. Xalapa entonces causaba admiración a propios y extraños.
El sábado fui al neumólogo en el puerto de Veracruz y me quedé sorprendido por el estado de abandono que observé, lo que, sin duda, refleja la abulia tanto de las autoridades municipales como estatales. Según, promueven que el turismo venga al estado. Con el rostro que presenta la capital a su entrada viniendo del puerto es como para alejar a cualquiera. |