Igual relevancia tuvo cuando en su momento, otro General, Porfirio Díaz, llegó a la Perla del Papaloapan y se asentó en su finca La Candelaria.
Tlacotalpan era alegre y dos lugares eran el punto de concentración de los lugareños:
El parque Hidalgo, antiguamente llamado Plazuela de la Candelaria, que servía como una especie de Teatro al aire libre. Las autoridades de esos tiempos accedieron a poner una cubierta para la realización de comedias y coloquios.
Luego, durante la construcción del templo para San Cristóbal, tras haber concluido la Bóveda, se utilizó ésta como Teatro Provisional donde los asistentes llevaban sus propios asientos y se divertían con esas versadas jocosas propias del Sotavento…
En diciembre de 1873, Tlacotalpan es sacudida como el mismo país y el mundo literario, por una noticia: Manuel Acuña se había suicidado. Tanto amor por la cultura tenía este pueblo que tuvo a bien llamar al Teatro Provisional, Manuel Acuña… hasta que la Iglesia demandó lo que era suyo y aún es… ahí es que a petición del pueblo, Porfirio Díaz manda a construir un teatro muy al estilo de él, influenciado por esos aires europeos que en él bullían: destellos de art nouveau, art decó y el funcionalismo de inicios del siglo XX. Así nació el Teatro Netzahualcóyotl.
Allí, al Netzahualcóyotl llegó Luisa Tetrazzini, la soprano de fama internacional para presentar Tosca, de Giacomo Puccini… ¡de este tamaño era Tlacotalpan! ¿Pero cómo llegaban actores renombrados de Italia, Francia y España a la Perla del Papaloapan? por el barco de vapor Tlacotalpam, cuya ruta marcaba escala en esta bella ciudad, para seguir su camino hacia Veracruz, pasar por La Habana y llegar a Nueva York. A finales del siglo XIX, Tlacotalpan tenía nueve líneas de vapores de comercio internacional…
¡Qué bueno que Cuitláhuac se vaya a Tlacotalpan! ¡Qué bueno que vaya al Coloso de Sotavento! Si se sienta o no en la butaca de Porfirio es lo de menos… lo que debe importar es que ese evento político sea el principio para devolverle a esta ciudad el lugar que se merece tanto en lo político, en lo educativo, en su comercio; generar el tráfico marítimo que alguna vez tuvo y darle el valor histórico que se merece… que si un día la zarzuela Marina se vuelve a escuchar en Tlacotalpan, haya alegría y no sólo evoque la sublevación del buque Libertad y el “Mátelos en caliente” del gobernador Mier y Terán… o quizás si hay puesta en escena, en el corazón de sus pobladores se rinda honores al hijo de esta ciudad, Juan de la Luz Enríquez, quien el día en que se estrenaba Mariana en el Netzahualcóyotl, él moría en Xalapa…
Así, que haya más informes en Tlacotalpan si con ello brilla la Perla del Papaloapan y recupera esos “apellidos” que le dieron gloria: La Nueva Orleans Mexicana y la Llave Mercantil del Papaloapan.
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