Sólo que el presidente volvió a las andadas e hizo “otra igual” en la persona de Rocío Nahle García, la titular de la secretaría de Energía.
Ayer escribí en este espacio: “Cuitláhuac llegó acompañado (a la lectura de su Tercer Informe) de Rocío Nahle a la que ya puedes apuntar lector, como indiscutible candidata de Morena a la gubernatura, a menos que le suceda una desgracia política provocada por la propia Rocío. Y es que con López Obrador ahorita estás y al rato ya no existes”.
Y Rocío ahorita está; ya es aspirante a la gubernatura y tiene la bendición del tabasqueño. Tan es así que este miércoles habló como candidata en una entrevista radiofónica: “Faltan tres años, tres años que tenemos que trabajar… no hay que adelantar vísperas… el tiempo, las circunstancias y el pueblo lo dirán”.
El problema es que si Andrés Manuel no quiere a Veracruz y por eso impuso al Cuitláhuac, al escoger a Rocío Nahle está mostrando el desprecio que siente por los veracruzanos. Y no se trata de discriminación a una mujer que ha vivido 35 años en la entidad y tiene hijos y esposo nativos de Veracruz. Se trata de que en efecto, el tabasqueño desprecia a los veracruzanos.
¿O de que otra manera se puede explicar el hecho que de 4 millones 190 mil veracruzanas, no voltee a ver a una, a una sola, para que sea abanderada de su partido a la gubernatura en 2024? ¿Tan torpes, ineptos e incapaces son 3 millones 871 mil veracruzanos que tendrán que importar de Zacatecas a una persona para que los gobierne?
Pero antipatías y desprecios aparte, pienso como el analista político: otra igual no se la van a perdonar a Andrés Manuel mis paisanos, por mucho que se sienta dueño del estado.
Veremos en mil días quién tuvo la razón; si el presidente o los veracruzanos.
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