En esos términos puede entenderse la barrabasada con la que el gobierno veracruzano en pleno –el titular del Ejecutivo, el Secretario de Gobierno, la Fiscal del Estado, la Presidenta del Poder Judicial- buscó despojar de su sentido y significado al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: una “caminata por la integración familiar”.
El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se rememora desde 1981, cuando la Organización de las Naciones Unidas determinó conmemorar el asesinato de las hermanas Mirabal por órdenes del dictador Leónidas Trujillo en República Dominicana, en 1960. Crimen cuya brutalidad significó el inicio del fin de ese régimen. Un asesinato de mujeres es el origen de esta fecha.
Pero para el gobierno veracruzano la prioridad era desaparecer de la discusión pública el tema de la violencia contra las mujeres y los feminicidios, del cual no quiere que se hable ni de chiste. Y para ello recurrió a una narrativa completamente conservadora y de derecha: la de “fortalecer los valores de respeto y sana convivencia desde el seno familiar”, con una caminata insulsa, desprovista del significado profundo de la fecha y que solo exhibió la banalidad y ausencia de rumbo de una administración supuestamente “progresista”.
No es la primera vez que desde el actual gobierno acuden a ese discurso. A principios de noviembre, en plenas celebraciones por el Día de Muertos, el secretario de Gobierno Eric Cisneros declaró que para la “disminución del fenómeno social” de la violencia contra las mujeres las acciones gubernamentales se dirigían hacia “una cultura de integración familiar partiendo de nuestros orígenes y de las cosas que tenían nuestros ancestros. El Día de Muertos es una de las festividades más importantes, si no es que la más, de todos los mexicanos. Practicarla, recordarla, integrar a la familia… ustedes van a ver qué bonito”.
Con muestras de altares, caminatas en parques y discursos huecos es como el gobierno de Veracruz dice que combate la violencia hacia las mujeres, mientras neutraliza las áreas responsables de su atención al mantenerlas sin titular o colocando incondicionales a sus órdenes e intereses políticos.
Pero no hay manera de ocultar este desastre, que perseguirá a todos y todas quienes lo consintieron con sus obras u omisiones, su silencio o su tibieza.
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