Utiliza a su favor una práctica ritual considerada “salvaje” en oposición a la “civilización” que trajo la religión católica. Una religión que dejó sembrados miles de muertos en Las Cruzadas justificadas en nombre de la defensa de un culto. También, sin el menor rubor, se olvida de los asesinatos cometidos por la Santa Inquisición con el mismo escudo ideológico. Y ya más cerca, la Guerra Cristera en nuestro país. Eso era desprecio por la vida humana.
Los verdaderos sacrificios humanos incomprendidos e injustificables son los que padecen las mujeres víctimas de feminicidio y de trata de personas. Allí hay una verdadera cultura de la muerte y de violencia descontrolada que ha colocado a las mujeres en situación de alto riesgo gracias precisamente al rol de objeto que la religión ha contribuido a darle a la figura femenina.
Echar mano de la innegable presión política que es capaz de ejercer la iglesia, justamente por la enorme cantidad de fieles que todavía conserva, para maniobrar tanto como es posible en rechazo a las leyes que otorgan a las mujeres el derecho a decidir sobre sus cuerpos y su maternidad, además de inhumano por frenar el ejercicio de un derecho elemental, es una verdadera política para crear pobres, porque quienes hasta ahora no han tenido acceso a una interrupción del embarazo segura y gratuita son las mujeres de escasos recursos, obligadas en muchas circunstancias difíciles a ser madres.
Si de algo nos tenemos que lamentar es de la penetración de este discurso elemental, trasnochado, añoso y discriminatorio que muchos creyentes continúan admitiendo sin la menor dosis de reflexión de cara a tiempos diferentes. Una narrativa que apela a la fe sin reconocer la nueva agenda social, que defiende la asignación más destartalada de los roles femenino y masculino en aras de una idea incomprensible de “defensa de la vida” y, por supuesto, en pos de conservar un poder diezmado paradójicamente por las consecuencias de ese mismo discurso arcaico.
La buena noticia es que much@s guadalupan@s ni siquiera se enteraron del comunicado de Reyes Suazo, no consumen información de diarios impresos ni en línea, donde además la nota no tuvo la menor resonancia y no recibieron esta prédica desde los púlpitos porque la mayoría de las basílicas guadalupanas no ofrecieron misas como parte de las medidas sanitarias. Sin duda, no habrá tregua en el discurso y tampoco freno en la intervención política para detener leyes que reconozcan plenamente los derechos de las mujeres, en contraparte, la lucha de las mujeres ya tampoco se puede detener. Cada vez hay más mujeres que van tomando conciencia de sus derechos y muchos hombres revisando el discurso de las masculinidades, porque no se trata de “estar a favor de las mujeres” sino de ir a las causas sociales profundas que sostienen la desigualdad.
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@pramirezmorales |