Un encuentro con el maestro Alberto de la Rosa y “Los Cantores”
Este fin de semana, tuvimos la oportunidad de confirmar, una vez más, el porqué de Xalapa es conocida y renombrada como la “Atenas Veracruzana”.
Aunque para los que tenemos la fortuna de vivir en la capital del estado, se nos hace ya algo común y corriente el poder disfrutar de una intensa actividad cultural, como no la tiene ningún otro lugar no solo del estado de Veracruz, sino de todo México.
Primero fue la noche del sábado, en que acudimos a la sala de conciertos Tlacná para embelesarnos con un fabuloso concierto de la Orquesta Sinfónica de Xalapa -que no la tiene ningún otro lugar- bajo la dirección de su titular el maestro Martín Lebel y la voz de la soprano Graciela Morales.
En la primera parte del concierto, escuchamos un popurrí de las canciones del también veracruzano Agustín Lara, en una suite de arreglos del también inolvidable maestro Mateo Oliva, quien durante muchos años fue el director de la Orquesta de Música Popular de la UV.
Hay que recordar que la música y las letras de Agustín Lara marcaron el mapa musical y el imaginario erótico-amoroso de México, desde finales de los años veinte, cuando animaba con sus canciones arrabaleras y sentimentales el ambiente de cantinas, centros nocturnos, “casas de citas” y burdeles de menor rango, espacios sin censura para cantar a las pasiones prohibidas por la moral de su tiempo. Pero su carrera se fraguó desde la niñez. Había nacido músico y bohemio. Era su sino y le fue fiel hasta el final.
Lara -ilustre veracruzano- irrumpió en un contexto de la música popular donde convivían sones tradicionales, corridos y canciones de la revolución como “La Valentina” o “La Adelita” con valses y tonadas porfirianas. Él instaura la modernidad con el “bolero romántico”, pero su versatilidad lo hizo incursionar en muchos géneros preexistentes que evidencian influencias internacionales como
el danzón y el son cubanos, el tango argentino, el chotis centroeuropeo (Bohemia), el vals austro-germánico y la rapsodia, cuya forma moderna fraguó el húngaro, Franz Liszt.
Pero además, escuchamos también música internacional popular de grandes autores como George GERSHWIN Summertime; They can’t take it away from me; de Harold ARLEN Somewhere over the rainbow; no podía faltar de F. EBB/J. KANDER New York New York; George GERSHWIN Obertura: Crazy for you; Cole PORTER So in love; Henry MANCINI Moon River; Claude-Michel SCHÖNBERG I dreamed a dream « Los Miserables » Gus KAHNN Dream a little dream; George GERSHWIN Un americano en París; Frederick LOEWE My fair lady: I could have danced all night; Leonard BERNSTEIN, I feel pretty; Glitter and be gay y para cerrar con broche de oro con “Veracruz” del inolvidable maestro Agustín Lara.
El otro incomparable evento ocurrió en un restaurante del camino antiguo a Coatepec, en donde al llegar nos encontramos con que algunos de los músicos del Tlen Huicani, estaban tocando la música tradicional veracruzana.
Por si fuera poco, en una de las mesas, encontramos al maestro Alberto de la Rosa, director fundador del mejor grupo de música vernácula que ha dado renombre a Veracruz en sus giras por todo el mundo.
Pero no paró ahí la cosa, resulta que los músicos estaban celebrando al maestro Alberto de la Rosa -quien estaba acompañado por toda su familia- por lo que luego de tocar las tradicionales mañanitas, se pararon y fueron a bailar todos hasta los nietos más pequeños, estuvieron bailando con la singular alegría que caracteriza a los veracruzanos.
En los ya casi cincuenta años que tenemos de conocer al maestro de la Rosa, lo hemos podido aplaudir en incontables conciertos, desde que trabajábamos en Comunicación Social de la Universidad Veracruzana, pero hasta este domingo lo vimos en un ambiente familiar, bailando al ritmo del Querreque.
Y como la fiesta tenía que continuar, no podía faltar que el maestro Alberto de la Rosa -músico maestro de maestros, tomara el arpa y cantara a voz en cuello: “Para cantar el jarabe, para eso me pinto yo, para pintar el jarabe” “cohoyo de lima, verso de laurel, como quieres china que te venga a ver, si salgo de guardia voy para el cuartel…”
Como el fandango todavía iba para largo y el pastel -con un arpa grabada- todavía no se iba a partir, nosotros nos retiramos, no sin antes darle un fuerte y emotivo abrazo al maestro Alberto de la Rosa, agradeciéndole toda la alegría y orgullo que nos ha brindado al llevar a “Los Cantores” veracruzanos por todo el mundo.
Ya de regreso a Xalapa, la Atenas Veracruzana, mientras recorríamos el antiguo camino a Coatepec, por el que tantas veces viajamos cuando íbamos a la preparatoria Joaquín Ramírez Cabañas, pensábamos en que el maestro Alberto de la Rosa, debería de ser propuesto y considerado para recibir -en vida- el homenaje que bien se ha ganado.
Incluso podría ser un buen candidato para recibir la medalla Adolfo Ruiz Cortines, que cada año otorga el Congreso del Estado a nombre del pueblo de Veracruz, a quienes se han distinguido en su trayectoria profesional y el maestro Alberto de la Rosa es sin lugar a dudas un digno merecedor por su labor cultural, no solo musical, sino también como formador de varias generaciones de músicos tradicionales a quienes les ha compartido sus conocimientos.
Así las cosas, el pasado fin de semana fue memorable, por muchas razones, que nos confirman lo privilegiados que somos quienes tenemos la dicha de vivir en Xalapa, nuestra Atenas Veracruzana.
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