Nuestra Beatriz, una de las glorias del arte nacidas en Xalapa, no se preocupa por el dilema de si el artista nace o se hace porque ella definió su vocación y sus aptitudes tempranamente y después se dedicó a prepararse con ahínco. Fue discípula acuciosa del reconocido pintor y escultor mexicano Gilberto Aceves Navarro y se cultivó formalmente hasta adquirir la maestría en Artes Visuales por la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. A eso habrá que añadir muchos cursos, diplomados y estancias en varios lugares, como en McAllen y en Toronto.
Su talento y su conocimiento, aunados a su paciencia inmisericorde, la han convertido en una maestra singular, que sabe encaminar por los difíciles vericuetos del dibujo y la composición a sus agradecidos alumnos. Por ello ha dado clases exitosamente en la escuela La Esmeralda del INBA y en la Facultad de Artes Plásticas de la UV.
Como creadora, ha participado en múltiples ocasiones en exposiciones a lo largo del mundo, más de 50 colectivas y más de 20 individuales. Entre estas últimas destaca la de Tokio en 2014, que fue todo un acontecimiento en el país del Sol Naciente, según hay testimonios de la prensa escrita japonesa (escrita en inglés, porque el japonés está en chino, es un decir).
Beatriz Sánchez Zurita llega al área de Artes para imponer (también es un decir) su formación impecable, profunda, y, digamos, su filosofía de la creación. Sabe lo que debe hacer para impulsar una formación integral y de calidad, así que pronto podremos ver (y el Rector reconocer) su impronta en la calidad de los estudios que ofrecen las facultades más creativas de la UV.
El arte ha sido insignia de nuestra Universidad y con personajes como Beatriz Sánchez Zurita volverá a retomar los pináculos de que gozó en los tiempos gloriosos del rector Roberto Bravo Garzón, que en gloria está.
Sólo necesita esta gran autora el tiempo y el apoyo, y a las pruebas…
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