Nada mueve al mandatario; ni la violencia, ni la inflación, ni el desempleo o el desabasto de medicamentos, ni el fracaso del INSABI, ni los muertos por la pandemia. Su única preocupación es ganar por paliza.
Y vaya que le hace falta una victoria de ese calibre porque está acumulando puras derrotas.
En junio del 2021 Morena perdió la mayoría calificada en el Congreso. En agosto el 93 por ciento de los votantes mandaron al diablo su consulta para enjuiciar a los expresidentes. Lo mismo sucedió el 10 de abril con la revocación de mandato a la que acudió el 17 por ciento de los registrados en el padrón.
También en abril la oposición echó para abajo su contrarreforma eléctrica y papi Biden dijo no, cuando pidió que Cuba, Nicaragua y Venezuela asistieran a la Cumbre de las Américas. Total que lleva cinco derrotas en diez meses.
Quizá la paliza sea en las elecciones de este año donde se juegan seis gubernaturas; aunque quién sabe. Aguascalientes y Durango serán para la oposición; Tamaulipas e Hidalgo están en veremos y sólo Oaxaca y Quintana Roo las tiene seguras.
En 2023 Coahuila será para los de enfrente y el Estado de México lo puede volver a perder si manda otra vez como candidata a la maestra Delfina.
¿De qué paliza hablaría el presidente? ¿De la del 2024 con una candidata que nomás no prende?
La paliza que debe enfrentar es la que le está poniendo la delincuencia, pero a esa le saca la vuelta.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad, los crímenes dolosos cometidos en la administración de López Obrador suman 120 mil 499. Es decir, en tres años y unos meses ya rebasó a los cometidos en todo el sexenio de Felipe Calderón que sumaron 120 mil 463.
En seguridad está perdido el presidente, pero su optimismo lo obnubila. Aunque un analista político me corrigió y me dijo que no es optimismo sino paranoia.
“Andrés Manuel perdió el sentido de la realidad y cree sinceramente que ya rebasó a Benito Juárez”, fue su comentario. Pero estoy de acuerdo con el tabasqueño.
Pasará a la historia como el mandatario con más asesinatos violentos en su sexenio; como el que ocasionó más muertes de las que pudo evitar en la pandemia, como el que dejó sin medicinas a miles de niños, como el que no pudo con los huachicoleros, como el que se agandalló 30 mil millones de pesos que los ladrones de la mafia del poder le dejaron para enfrentar desastres naturales.
Pasará a la historia como el que desbarató lo que quedaba del corrupto pero funcional sistema de Salud y como el único presidente del mundo que está obligando por decreto, a que los aviones aterricen en su inacabado aeropuerto.
Ni duda cabe; López Obrador está dejando bien atrás al insigne zapoteca.
Veracruz, bien calificado en educación
El pasado viernes el titular de la SEV, Zenyazen Escobar García, se reunió en el puerto jarocho con la crema y nata del periodismo de aquel municipio en una comida donde fuera de protocolo, el funcionario departió en amena charla con periodistas, reporteros, redactores, columnistas y conductores de noticias de radio y televisión.
Zenyazen estaba contento entre otras razones porque un día antes, se realizó la presentación de los indicadores educativos 2021 de la Comisión Nacional para la Mejora Continua dependiente de la SEP, donde a pesar de la pandemia, Veracruz tuvo resultados positivos.
Zenyazen explicó a los colegas jarochos que se analizaron los indicadores de ingreso, permanencia, trayectoria e impacto de la educación veracruzana por nivel, tipo educativo y servicio y el resultado no pudo ser más positivo.
Veracruz se ubica entre los 10 primeros estados del país en desempeño educativo. Además, es una de las entidades con el mayor número de escuelas abiertas que imparten clases presenciales, luego de dos años de pandemia.
Es bueno recordar que cuando Zenyazen Escobar tomó las riendas de la SEV, la encontró en los últimos lugares de desempeño académico y primeros en corrupción. Hoy las cosas son diametralmente opuestas.
Bien por la SEV, bien por Veracruz y sobre todo bien por los estudiantes veracruzanos.
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