“Los que suelen leer lo que escribo saben muy bien hasta qué extremo me preocupa, desde hace muchos años, la cuestión de la legitimidad. Su crisis general -aunque no ciertamente total- es uno de los problemas más graves de nuestro tiempo. No es que haya desaparecido la legitimidad en el -mundo, pero su estado es precario; y hay él peligro evidente de que1a ilegitimidad sea «aceptada» como algo inevitable; o que se llegue a pensar que no tiene importancia, y se desvanezcan enteramente las nociones «legitimidad» e «ilegitimidad». (2)
El texto de Julián Marías viene a colación por los acontecimientos realizados entre el sábado pasado -treinta de julio- y este martes -dos de agosto- impulsados por el partido MORENA -el primero- y por el Congreso del Estado -el segundo-.
Como sabemos MORENA realizó el fin de semana una elección interna de consejeros para sus congresos estatal -a realizarse este mes de agosto- y nacional -a efectuarse en septiembre venidero-.
Si bien es cierto MORENA es un partido político y por tanto sus actos y decisiones conciernen fundamentalmente a su militancia, tomemos en cuenta el andamiaje de la democracia mexicana cuyo árbitro, el INE, asigna y entrega dinero público para la operatividad de los partidos políticos legitimados por la ley electoral.
Es decir, los partidos políticos todos -MORENA incluido- viven y operan con el dinero de nuestros impuestos.
Por tanto, si bien gozan de independencia para la toma de sus decisiones es nuestro derecho ciudadano observar y criticar el desarrollo de sus acciones.
No milito en ningún partido pero ejerzo mi derecho y cumplo con mi obligación ciudadana cuando se me convoca a procesos electorales locales, estatales o federales.
Pago impuestos.
No avalo el destino de mi dinero -así sea un solo centavo- a urnas quemadas, a zafarranchos, al “embarazo de urnas”, al acarreo de votantes, a la organización sin metodología, orden, sin respeto a las normas más elementales ya sean partidistas o legales…
No avalo el empleo de mis impuestos -así sea un solo peso- a manipulación de recursos públicos para inclinar las preferencias electorales hacia tal o cual candidato o candidata, sean del partido que sean…
Declaro a todos los partidos políticos -MORENA en este caso particular- mi sentido común para distinguir entre el dicho -las declaraciones de toda la clase dirigente y la burocracia a cargo del mando del aparato de Estado- y el hecho -el desvelo de empleados de todas las dependencias de gobierno jamás puede ser producto de un evento aislado, casual, ni producto del legítimo interés por participar en la construcción de una sociedad mejor-…
Aquel hecho vivido la noche del viernes 29 de julio en la ciudad de Xalapa es un ejemplo más del empleo de una red dependiente del erario…
De una movilización de votantes desde una estructura de control político vertical…
Se produjo una orden que se tradujo en órdenes las cuales se obedecieron desde el temor a perder el empleo, el programa que aleja de la pobreza, el privilegio de estar entre quienes mandan o tienen la garantía de comer, vestir, calzar, recibir atención médica porque se ubican dentro del “sistema” y temen ser expulsados…
Nada de esto es nuevo, nada de esto me espanta a mis cincuenta y cuatro años…
Cuando fui muchacho marché, grité, luché desde mis espacios por muy pequeños que fueran, para ver a mi país convertido en una democracia…
Las escenas que confronté más de tres décadas atrás, las veo nuevamente, protagonizadas ahora por quienes pidieron el voto para llegar al poder y cambiar el status quo…
Reitero: no me espantan, sólo me veo obligado a decirles mentirosos…
Son unos mentirosos…
Un elemento en el análisis de una realidad determinada es la legalidad que rodea a ese hecho, suceso, acontecimiento, decisión…
La legitimidad es punto aparte.
Un hecho como la elección interna de MORENA finalmente puede ser avalada por el Tribunal Federal Electoral y obtener su respectiva validez jurídica irrevocable.
Ante ello no debemos aplaudir sino gritar: “se salieron con la suya, señores ilegítimos”.
Urge reflexionar sobre lo acontecido el sábado en la elección interna de MORENA y en la decisión de este martes en la LXVI Legislatura a propósito de la reforma constitucional que abre la puerta a Rocío Nahle, Ricardo Ahued y otros potenciales aspirantes a gobernar Veracruz…
A partir de ayer ya no es necesario haber nacido jarocho, rumbero y trovador de veras…
Con ejercer el derecho de contar con su domicilio y haber formado familias con hijos veracruzanos de nacimiento es suficiente…
No somos tontos, vale pedirles a nuestras autoridades el respeto obligado al exponer sus motivos y argumentos en torno a las decisiones políticas que toman desde el poder que les fue prestado…
La decisión en el Congreso Local, ayer, abre la puerta a Rocío Nahle García, es un traje jurídico a su medida y cuenta con los requisitos legales, jurídicos y políticos necesarios.
Nada hay por hacer al respecto.
Los opositores están impedidos para actuar al respecto porque la nuestra es una democracia indirecta, no participativa…
La ciudadanía no puede reclamar el no haber sido tomada en cuenta porque la ley electoral otorga a los diputados el poder de tomar decisiones de esta naturaleza sin rendir cuentas al respecto…
No lo sabíamos, no lo entendemos, no lo visualizamos pero ese poder se los entregamos cuando les damos nuestro voto…
Surge entonces la pregunta es en torno a la legitimidad de esta esta reforma a la Constitución de Veracruz.
(2)
Escribió hace 56 años, el filósofo don Julián Marías:
“Cuando se trata de la llamada legitimidad «de origen», es peligroso perderse en la noche de los tiempos, que suele ser muy oscura; si se habla de la legitimidad «de ejercicio», el concepto es demasiado vago y sujeto a varias interpretaciones. Es más claro lo que significa legitimidad social, consistente en la creencia de qué quien manda, quien ejerce el Poder tiene títulos para ello; y digo la «creencia», porque es muy posible que los ciudadanos no pudieran explicarlo demasiado bien, pero si existe el consenso, hay legitimidad social.” (3)
(3)
Nos pueden arrebatar el derecho a un avance democrático, pero nunca podrán quitar el privilegio de pensar y la capacidad de ejercer nuestra libertad de expresión…
Es nuestra, la responsabilidad de su defensa política…
Sobre la legitimidad | Opinión | EL PAÍS (elpais.com)
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