El pasado lunes, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, Isabel Inés Romero Cruz, una vez más mostró el cobre y por andar reclamando a los jueces y al personal del Poder Judicial, que si compran el sapo del canijo baño, o que si las escobas que cuestan 80 pesos, ya hasta el Foro Liberal de Abogados, que preside el licenciado Roberto Rodríguez, dijo que la señora no está bien de sus facultades mentales y ni para acusar al abogado Rodríguez de conservador ¡Caray!
Y es que no es la primera vez que la magistrada Romero Cruz, da muestra de su falta de oficio y cordura, que bien podría interpretarse como inestabilidad emocional, recordarán cuando se puso a llorar a medio discurso, haciendo quedar al Poder Judicial, como una institución débil e inestable, porque la señora es la imagen del Poder Judicial en Veracruz, se quiera o no.
A estas alturas de su vida la togada, debería comportarse a la altura de los que le dieron la oportunidad de su vida y dejar de avergonzarlos, ya que Romero Cruz vivía un calvario, antes de que la 4ª Transformación, le hiciera esa justicia social mal entendida, que les da por impartir.
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Les cuento que Isabel Inés Romero Cruz, luego de años en el Poder Judicial llegó a ser juez, en algún momento y por razones que no vienen a cuento, la señora fue cesada en el Poder Judicial, al cual demandó en el Tribunal de Conciliación y Arbitraje, Chabelita en tanto corría su demanda, consiguió una chambita con sus contactos y conexiones de la 4T y fungió como Procuradora de la Defensa del Trabajo, allá por el año de 2019.
En aquel momento, la señora Romero Cruz, despachaba en la Secretaría de Trabajo, Previsión Social y Productividad, en el edificio de Ávila Camacho; hasta allá llegaba diariamente la señora ya cansada y se sentaba en su escritorio, se tomaba su cafecito caliente, me cuentan es muy friolenta; y al poco rato envuelta en su chal, se quedaba bien dormida, enrollada como conchita.
Muchos de los abogados laboristas del estado, la recuerdan enrollada de conchita con su chal, bien dormida, debido a que el escritorio en el que se dormía, estaba frente a una ventana enorme, que daba a uno de los pasillo más concurridos del área de conciliadores, por donde pasaba todo mundo.
Tiempo después Romero Cruz, gana el juicio, la reinstalan como juez, deja la Procuraduría de la Defensa del Trabajo, donde nunca dio pie con bola; regresa al Poder Judicial de juez y al poco tiempo don Cuitláhuac García Jiménez, la propone como magistrada, el Congreso Local la nombra y en menos de un año, luego del palo que le dieron a Sofía Martínez, llega a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Estado de Veracruz.
Los años de doña Chabelita previos a esto, fueron de trabajo y no pongo en duda sus merecimientos y méritos, pero ¡Caray! A estas alturas de su vida, debería agradecer, mantener un bajo perfil y mejor quedarse callada, a ella para diciembre de este año, nadie la va a recordar, pero al gobernador García Jiménez, si que lo recordaremos y lo peor es que no sabemos quien fue el malvado que se la recomendó.
Cosas de la vida y menudencias
Y luego de los dimes y diretes que hubo la semana pasada, respecto a las sospechas de corrupción, en la limpieza de cuentas públicas a ex alcaldes veracruzanos, ayer el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso Local, el diputado Juan Javier Gómez Cazarín, dio manotazo e hizo una serie de cambios, en la integración de algunas comisiones permanentes, entre las más importantes: la de Vigilancia que presidía el morenista, Luis Arturo Santiago Martínez.
A la comisión de vigilancia llega el diputado de la región de Los Tuxtlas, Rafael Fararoni, quien presidía la comisión de administración y presupuesto.
Así las cosas mis hermosos, ya mitad de semana, nos leemos mañana.
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