Han sido puestos patitas en la calle el director jurídico de ORFIS, Felipe de Jesús Marín Carreón, “quien palomeaba los actos de corrupción”, el subdirector de Auditorías a Municipios, Gerardo de la Fuente Rivera “tramitador de moches” y fue retirado el cuñado de la propia Delia, Luis Leonel Díaz Figueroa, responsable de las auditorías “a modo”.
Mientras, del lado del Congreso local, fue relevado de la Comisión de Vigilancia, el diputado de Morena, Luis Arturo Santiago Martínez, responsable de “moches y limpias”, dejando al descubierto a los mensajeros de Gómez Cazarín, Enrique Navarro, Hiram Jerezano y José Manuel Gómez Limón, primo del propio Cazarín.
Por lo pronto, la Fiscalía General del estado ya le puso el dedo a Delia González Cobos, mientras la Auditoría Superior de la Federación investiga.
En tanto, la titular de ORFIS sostiene que nada tiene que ver en el tema de los moches, incluso rechaza comentar sobre las renuncias en la institución que encabeza.
Para Cazarín el cochinero de los “moches” lo tiene nervioso al grado tal que advirtió “que, si algún alcalde le comprueba que pido moches, renuncio” –en realidad es licencia al cargo-.
Sin embargo, guarda silencio cuando el ex alcalde, el perredista Wilbert Luis, de Ixhuatlán del Sureste, lo acusa públicamente que le entregó 600 mil pesos para limpiar sus cuentas ante el Órgano de Fiscalización Superior.
Y no acusó recibió cuando la dirigencia estatal del PAN, reconoció que a ex alcaldes les han ofrecido “limpiar” las cuentas públicas de sus ayuntamientos, con moches, para no enfrentar problemas legales.
Hay, incluso una denuncia pública de tres ediles en torno a que allegados de Gómez Cazarín, que exigieron dinero para que a través de un despacho a modo pudieran entregar sus cuentas sin problemas.
A todo este escándalo el gobernador Cuitláhuac García ha guardado silencio.
Sabe que si mete la mano al excremento se encontrará con su primo hermano Eleazar Guerrero, Subsecretario de Finanzas, que es quien está atrás de la escalada corrupta de ORFIS. Se encontrará asimismo con su alfil y operador electoral Juan Javier Gómez Cazarín, quien en menos de cuatro años se ha hecho multimillonario.
Por lo pronto, los dos pájaros de cuenta –Delia y Cazarín- han dedicado las últimas horas a tapar con “notas positivas” su cuestionada imagen. Gacetillazos con notas encomiables buscan maquillar las plastas malolientes que han dejado tras los legendarios moches que se ventilan, además de ORFIS, en la mayor parte de las oficinas públicas que licitan.
Previsible que en esta guerra interna de ver quien es más corrupto, lo más probable es que se vaya Delia y le finquen responsabilidades y que siga transitando por el camino de la impunidad Gómez Cazarín, el tonto útil.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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