Desde entonces nomás no la vemos llegar.
Pero si Alemán nos dejó ese recuerdito, Fidel Herrera dejó uno peor. Más de 20 mil millones de pesos de deuda; una parte de ella producto de la bursatilización que dejó a decenas de municipios en la vil inopia.
Astuto, el nativo de Nopaltepec puso como su sucesor no al mejor aspirante, sino a su cómplice en la hecatombe veracruzana para que le cubriera las espaldas. Y Javier Duarte resultó un buen cómplice; jamás denunció a Fidel porque sabía que si lo hacía él también saldría embarrado.
Con Duarte la debacle financiera alcanzó proporciones épicas y la deuda pública casi se quintuplicó. Tras Duarte vino Miguel Ángel Yunes que durante su bienio no movió un dedo para disminuir la deuda y fortalecer las finanzas. Lo que sí hizo fue dejar las arcas más secas que un páramo.
No quiero imaginar la cara que debió poner el titular de Finanzas, José Luis Lima Franco el 1 de diciembre del 2018, cuando al tomar posesión de su cargo le dijeron: “Señor secretario, con la novedad de que no hay nada en las arcas estatales, ni siquiera para pagar sueldos y aguinaldos. Bienvenido a la pesadilla”.
“Yo en su lugar hubiera corrido”, me dijo hace poco un analista financiero. Pero Lima Franco no corrió; tomó medidas que a la larga están resultando eficaces como recortar el presupuesto, es decir, hubo una contención del gasto que permitió pagar deudas y al mismo tiempo evitar que el gasto corriente se elevara.
Implementó un plan de austeridad que ha resultado muy efectivo. Nada de que voy de Xalapa a Banderilla en helicóptero nomás porque soy secretario de tal dependencia. Nada de que necesito 19 asesores, 14 guaruras y media docena de camionetas nuevecitas, de preferencia blindadas. Eso fue parte de la contención del gasto.
Además, diseñó un esquema que ha hecho más eficiente la recaudación y lo mejor, restructuró la deuda al grado que los veracruzanos sentimos que ya podemos respirar.
¿A poco ya estamos en jauja? No. Lo que es un hecho de acuerdo con las calificadoras internacionales, es que desde el punto de vista financiero se están haciendo bien las cosas en Veracruz.
Y van los números lector.
El gobierno de Cuitláhuac García recibió una deuda de 87 mil 207 millones de pesos en 2018, pero para el 2021 se redujo a 75 mil 176 millones de pesos. Es decir, la reducción es de un 13%, lo que no había sucedido en 30 años, desde 1992 en que Patricio Chirinos llegó a la gubernatura.
A ver ¿en esa deuda van incluidos los 44 mil millones de pesos que dejó Javier Duarte o son aparte? Excelente pregunta. En esos más de 87 mil mdp van incluidos los 44 mil millones de Javier y pasivos que suman alrededor de 9 mil millones de pesos.
En realidad hoy tiene Veracruz las deudas que todo mundo conoce. Pero existe otra gran deuda registrada en las Cuentas de Orden a la que casi nadie presta atención y que es de 21 mil millones de pesos. Y esa también cuenta.
En diciembre del 2021 la Secretaría de Finanzas dio a conocer que en tres años Veracruz dejó el fondo de las estimaciones financieras para convertirse en una entidad con balance estable, positivo y sostenible. Gracias a la correcta aplicación de los recursos públicos, disciplina y austeridad como política de Estado.
En su reporte del 17 de mayo de este año, la calificadora Moody´s anunció que Veracruz logró una calificación de A-, y se consolidó como el estado de la república que más ha mejorado en los reportes de diversas calificadoras internacionales, escalando 9 calificaciones en tan solo 3 años, y retomando una calificación que lo posiciona como una entidad con alta capacidad de repago.
Y hay más. Veracruz ha estado durante ocho trimestres consecutivos en el semáforo verde de la SHCP que marca las alertas financieras en las entidades. Está lejos del semáforo amarillo (cuya calificación es de regular) y a años luz del semáforo rojo, de donde no salió en el gobierno de Duarte.
Todo esto está bien y qué bueno, pero ¿qué sigue para Veracruz en el renglón financiero? Lo pregunto porque por 24 años (de Echeverría a Salinas) invariablemente sucedían crisis financieras de fin de sexenio y los grandes capitales salían volando. Y como aquí recién tuvimos pesadillas de ese tipo con Fidel y Javier pues…
Qué bueno que las finanzas estén estables, que la recaudación sea eficiente y que el plan de austeridad esté funcionando, pero ¿de dónde vendrán los recursos para solventar los gastos del último tercio de este gobierno? ¿De dónde saldrá el dinero para hacer calles, escuelas, hospitales, carreteras?
La lana no cae del cielo.
Por ahí se comenta que hay un plan para que Veracruz tenga acceso a recursos frescos sin necesidad de endeudarse más de la cuenta. Pero mientras no haya nada en concreto el comentario en eso se queda.
Hasta hoy el trabajo de José Luis Lima Franco al frente de la Secretaría de Finanzas ha sido sin mácula. Sus adversarios han querido confundir a la opinión pública con comentarios sin sustento que el joven funcionario ha desmentido con datos duros que no han tenido contra-réplica.
Aún con esto la ciudadanía anda medio mosqueada porque “te dicen que vamos bien y al final te dejan con una deuda impagable”.
De ahí que las preguntas sean: ¿Qué va a pasar con las finanzas de Veracruz los próximos 24 meses? ¿Habrá crisis sexenal como ha ocurrido recientemente? O habrá una sana solidez que al fin saque a la barca del atolladero.
Lo único cierto es que habrá que esperar para ver.
bernardogup@hotmail.com
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