Serán más de 200 periodistas de todo el país los galardonados. “Los reconocimientos que otorga el Club Primera Plana son distinciones que se conceden sin tendencias políticas y sin costo alguno, es un homenaje al trabajo y trayectoria periodística de los galardonados”, ha expresado Uribe Ortega.
Los periodistas son de los estados de Veracruz (creo que será el grupo más numeroso), Tamaulipas, Baja California, Chiapas, Michoacán, Chihuahua, Estado de México, Guerrero, Quintana Roo, Puebla y Ciudad de México, principalmente.
Esta será la XXX ceremonia de entrega de reconocimientos por trayectoria y trabajo periodístico. De hecho, se reanuda luego de que se suspendió durante dos años por la pandemia de Covid-19. Originalmente estaba prevista que se celebrara en agosto pasado, pero una acción de gobierno retraso la fecha.
Resulta que el Club Primera Plana, de hecho, fue obligado a desalojar un espacio de solo 80 metros cuadrados que ocupó durante 33 años en un edificio público propiedad del gobierno (en Humboldt 5, colonia Tabacalera), que, con el pretexto de la austeridad republicana, pese a que había ofrecido que no lo haría, dio por concluido un comodato.
Pese a que la agrupación había cubierto todos los requisitos que se le habían pedido, se le presionó amenazándolo con un desalojo e incluso en dos ocasiones las oficinas fueron vandalizadas, sufriendo graves daños y saqueos. Ahora funciona en el edificio del Congreso del Trabajo, en cuyo auditorio-teatro tendrá lugar la entrega de reconocimientos.
Los periodistas a los que se reconocerá serán: Miguel López Azuara, in memorian, diario Notiver, Aracely Baizábal Andrade, Marco Antonio Aguirre, Miguel Ángel Cristiani, Gustavo Cadena Mathey, Sergio González Levet, Avelino Hernández Velez (reportero de talla internacional originario de Tlaxcala, pero con muchos años de trabajo en Xalapa; actualmente vive en Banderilla), Orlando García Ortiz, Cecilio García Cruz y este columnista.
En mi caso, agradezco a los compañeros del Club Primera Plana la distinción, aprecio y valoro el reconocimiento, que me compromete más con mis lectores y con mi responsabilidad profesional, porque entiendo el periodismo como un servicio social. En realidad, mis lectores son y han sido de siempre lo más importante, y además tengo muy claro que sin ellos no habría razón de ser. Ellos me dan todas las noches o todas las mañanas el mejor premio, si es que merezco alguno, y a ellos les dedico ahora el homenaje.
Pero no puedo, de ninguna manera, olvidarme de todos mis compañeros que han sido sacrificados por cumplir con su deber, en el estado calificado como el más peligroso para ejercer el periodismo en México, cuya memoria honro y siempre honraré sobre todo con mi trabajo de denuncia, de análisis crítico, de no sometimiento ni de complacencia con el poder de cualquier tipo, con la continuación de lo que seguramente era su principal aspiración: luchar por un periodismo independiente, plural, honesto, profesional, apegado a la verdad, ético, de servicio a los veracruzanos, pero también al fortalecimiento de la democracia.
Al aceptar la distinción, lo hago también a nombre de todos los medios informativos que me publican en todo el estado, a cuyos propietarios, directores o directivos les agradezco los espacios que me brindan. Les agradezco el privilegio de su amistad, de su consideración, de su compañerismo. Sinceramente deseo que vean este premio también como suyo. Lo recibiré en nombre de todos.
Quiero compartir el premio igualmente con mis compañeros de trabajo en la Editorial de la Universidad Veracruzana, tan profesionales, tan solidarios como comprensivos, con Agustín del Moral, su director, periodista en sus inicios, hoy escritor.
A mis demás compañeros galardonados, los felicito. Muchas gracias a una estimada compañera de muchos años, Irene Arceo, por todo su apoyo.
Y ahora, más que nunca, dedico también la distinción a mi hijo Arturo, compañero mío a diario en la brega periodística (me ha estado haciendo mucha falta), quien por fortuna ya casi superó dos intervenciones quirúrgicas de mucho riesgo a las que fue sometido y empieza a recuperarse, así como a mi hijo Toño con quien llevamos el portal Referente.com.mx, También a Daniel, siempre atento a lo que se nos ofrezca, a David y a Ingrid, quienes desde Estados Unidos y Holanda, respectivamente, nos alientan a diario a no cejar en la tarea, a Christian Anette Virgen Enríquez, quien ahora está atenta a subir mí columna a las redes y al portal, así como a Marcela Rocas Polanco, quien me acompañó en un inicio en la incursión en el periodismo digital.
La vida en el puerto, en el hospital
Lectora, lector, este miércoles hizo mucho calor en el puerto jarocho. Con eso de que el huracán Karl está como el gobierno del estado, dando bandazos, ya no sé si de veras nos lloverá fuerte, como está pronosticado. Antes, casi tuvimos una semana norteada, con días nublados y amenazas de lluvia, aunque cuán diferente es el clima a Xalapa, donde mientras ahora ya hay noches, madrugadas y mañanas frías, acá la brisa qué sabrosa se siente cuando sopla e incluso el aire fuerte se recibe bien (aparte el calorón adentro del camión urbano).
Te cuento: cuando Arturo salga del hospital, cuando yo regrese a la capital del estado, voy a extrañar dos bancas de madera, duras para mi ya desgastado organismo, que tiene afuera la paletería La Michoacana, en las que descanso a ratos mientras no estoy adentro del nosocomio, el único lugar decente en el que pueden descansar algunos familiares (cabemos solo cuatro, dos en cada una) de los pacientes.
Me llevaré grabadas las múltiples farmacias y tiendas de artículos ortopédicos enfrente o en las calles aledañas al hospital, las escenas explicables, aunque algunos no las entiendan, de familias enteras que llegan a estar pendientes de sus familiares enfermos y arrastran y llegan con cartones-colchones, bancos, sillas de plástico, bolsas con ropa, recipientes con comida, todo para aguantar las noches al pie del cañón.
Y la plática con un camillero, conversador como buen jarocho, que mientras que los fines de semana por las noches trabaja en el hospital, el resto de los días, afuera, vende pan entre seis y nueve de la mañana y entre siete y nueve de la noche, pero aparte se defiende los fines de semana, en el día, con dos carritos de tacos al pastor y aparte tiene un puestecito en la esquina, además de que al personal médico, de enfermería y camilleros y personal de aseo vende refrescos y agua. De que los hay los hay.
Desde junio-julio de 2021 cuando estuve hospitalizado por Covid, no había vuelto a esta realidad, que no se le desea a nadie. Son experiencias que te comparto, tal vez como una forma de terapia para sobrellevar mi carga ahora, pero que tengo fe en que terminará pronto. Nos encontramos mañana.
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