Llegué a un lugar y resulta que el birriero no tiene la formación política de una inmensa cantidad de cantantes internacionales y de dueños de bares y restaurantes, así que tranquilamente puso la ceremonia inaugural y el primer partido en sus pantallas.
Por esa razón y no otra me chuté de oídas, porque casi no volteé a ver las pantallas durante todo el primer tiempo del juego de Ecuador con Catar. Y lo digo así porque los cataríes, con todo el dinero del mundo, no pudieron armar un equipo más o menos competitivo, y perdieron dos a cero contra los sudamericanos, según me enteré otra vez sin querer, cuando un chofer de autobús le gritó el resultado del partido a un compañero, cuando yo iba llegando a la Ciudad de México.
Más adelante, es caprichoso el azar, oí en la radio sin querer que los dos goles los metió Enner Valencia, un experimentado futbolista que juega en Turquía.
Sé también que hoy juega o jugó a las 9 de la mañana la selección de Países Bajos (para los de Conalep, Holanda). Y le puse un poco de interés porque mi hijo vive allá, y en una de ésas ve el partido.
Igualmente, estoy informado que México jugará el martes a las 9 contra Polonia. Pero ahí sí no me la van a hacer, porque me he prometido que me voy a encerrar en casa como en las épocas más fuertes de la Covid.
Y ya tengo compradas unas orejeras para no escuchar nada durante las dos horas que durará la transmisión del juego.
Así que me voy a enterar hasta después de la derrota que sufrió nuestro pobre seleccionado nacional, tan mal dirigido por un señor que por buen apodo le dicen el Tata, fíjense nomás.
Ya me imagino a los locutores de las televisoras diciendo nuevamente que México jugó como nunca y perdió como siempre.
Otra más...
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