Agarrado como siempre fuera de base, el gobernador alcanzó a tartajear: “Se me hizo ver que se debe revisar si se cumple con todas las normatividades, y ya pedí a nuestras instancias que se revisará si se está cumpliendo”.
Mentira, fue hasta ese día que ordenó la movilización de “las instancias correspondientes” que casi de inmediato clausuraron el inmueble, pero un amparo lo volvió a abrir. Y desde entonces… por aquí lo clausuran y por acá un juez ordena que siga la construcción.
Y así se la han pasado dos años.
Pero este lunes en su mañanera el presidente tronó contra la obra y sin decir agua va. “Ahí, por corrupción sin duda, se dio permiso para hacer un edificio. Imagínense, en el principal puerto del país, ahí está toda la historia de México, (se está haciendo) un adefesio… Y el INAH y el gobierno del estado no han podido. No se trata de que la tiren, pero que le rebanen y eso lo pueden hacer”.
Y vino la amenaza: “Ojalá los jueces nos escuchen… Y si no responden -no es amenaza, ni siquiera advertencia-, pero… en algunos casos hay que presentar denuncias de desafuero, (o) cuando menos a dar a conocer los nombres de los jueces, los que hicieron esto”.
Tómalo como rumor lector, pero dicen que la víspera el tabasqueño le puso una regañada de su tamaño a su pupilo Cuitláhuac García, porque no ha podido tirar (ni rebanar) la Torre Centro como le había prometido.
Y quizá sea cierto porque en la misma conferencia le dio un llegue al manifestar que el gobierno de Veracruz tiene que pagar la multimillonaria deuda que dejó Javier Duarte con los municipios. Y el gobernador debió sentir que se le hundía el suelo.
Siguiendo el ejemplo de Yunes Linares que se hizo pato con ese adeudo, Cuitláhuac llevaba más de cuatro años haciendo lo mismo y pensaba chutarse así todo su sexenio.
En su lógica, podía patear el bote de un mandato judicial como ya lo ha hecho, pero una orden de su patrón es diferente. El asunto aquí es ¿de dónde sacará tamaña cantidad no sólo para pagar sino para que su jefe vea que es un chico bien portado y obediente?
Quien sacará al buey de la barranca una vez más será el titular de Finanzas, José Luis Lima Franco. Es casi seguro que el joven funcionario arrastre el lápiz para (sin desfalcar las arcas estatales), maniobrar eficazmente el presupuesto y comenzar a pagar ese dineral.
¿Y la Torre Centro?
El gobernador tiene dos opciones si desea tirarla o rebanarla. La primera es que contrate un bufete de abogados de esos que cobran (y en dólares) hasta por respirar en el interior de sus despachos.
¿Son garantía de triunfo? Claro que no, pero alargarán el juicio los lustros suficientes hasta que la Torre esté funcionando al cien.
La segunda es que con ayuda de Andrés Manuel expropie el predio “en beneficio del pueblo” y ordene tirar la Torre.
Lo patético del caso no es la Torre, lector, sino que se le está dando muchísima importancia cuando Veracruz sigue en el top ten de las tragedias. Es cuarto lugar nacional con más feminicidios, segundo con más secuestros, quinto con más homicidios dolosos, sexto con más extorsiones, tercero con más asaltos carreteros. Y para quienes cacarean que ya no se tortura “como antes”, es primer lugar en casos de tortura de acuerdo con el registro de la Fiscalía General de la República.
En palabras llanas, mientras la entidad se sigue hundiendo en el pantano de la violencia, tirar o rasurar la Torre Centro se ha convertido en el objetivo central, en el molino de viento contra el que luchan con denuedo Andrés Manuel y Cuitláhuac.
Les preocupa y ocupa que el Centro Histórico de Veracruz se siga viendo “bonito”, lo demás les vale madre.
Más incongruencia, irresponsabilidad y cinismo, imposible.
bernardogup@hotmail.com
|