Por eso, uno de los símbolos más polarizantes y deleznable fue la quema de una piñata que “simbolizaba” a la ministra Norma Lucía Piña Hernández.
“Fuego, fuego, fuego” “Traigan la carne asada” “Que prenda” y “Fuera Piña” se escuchaba entre una multitud conformada por hombres y mujeres que azuzaban al par que buscaba hacer una hoguera a la figura de cartón y tela que yacía en el suelo en pleno zócalo de la Ciudad de México.
Un símbolo realmente preocupante por el mensaje que lleva implícito, y más considerando que México es un país feminicida donde más de 10 mujeres son asesinadas diariamente.
De acuerdo a cifras oficiales, en el primer semestre del 2022, al menos 47 mujeres fueron quemadas con gasolina o sustancias corrosivas. Los victimarios, esposos, parejas, familiares y hasta vecinos, cual Inquisición en pleno siglo XXI.
De esos casos reportados donde las quemaron intencionalmente, 29 mujeres declararon que hubo violencia familiar, mientras que 18 dijeron no conocer al agresor.
Luego entonces ¿qué mensaje se manda a todos los violentadores y violentadoras con la quema simbólica en una plaza pública? Viendo este escenario, Norma en tiempos de polarización inquisitoria, la muchedumbre la lleva a categoría de “bruja”.
Independientemente de los tintes políticos que quiera darse a la relación Estado-Suprema Corte, Norma Piña vino a reforzar la confianza que mexicanos y mexicanas tenían en esa institución antes de que llegara. Esto de acuerdo a una encuesta que se llevó a cabo en este mes donde el 61 por ciento de los encuestados manifestaron tranquilidad y confianza en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Si bien, hoy en México hay más mujeres en puestos de toma de decisiones en los tres poderes, es de reconocer el temple de la ministra Presidenta de luchar por la igualdad de derechos de las mujeres, de la justicia paritaria y llevar a su máxima expresión el empoderamiento de las mujeres.
Este mes he escuchado odas, discursos, mensajes, conferencias y muchos halagos a las mujeres y entre mujeres, pero me quedo con el discurso histórico que ha dado la Primera Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández. En especial con esta parte: “Hoy también marcho con ustedes, pero en silencio, desde otra trinchera, al frente del Poder Judicial, luchando por lo que creemos: que es posible detener la violencia” (…)
“Nos acordamos de que somos muchas, de que somos fuertes, de que nos tenemos”.
¿Se imagina si tuviéramos una “Norma Piña” en las mujeres que hoy ocupan puestos de poder en el Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Órganos Autónomos?
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