Iberdrola hizo (otra vez) un gran negocio a costa de los mexicanos, sólo que ahora en el mandato del presidente López Obrador. Varios cercanos al tabasqueño le recordaron que hace no mucho, en más de una mañanera, se había expresado terrible de dichos empresarios españoles. 

El presidente les dijo, a quienes le recordaban esas descalificaciones, que no era lo mismo, pues en tiempos neoliberales (o conservadores) los ibéricos se habían “servido con la cuchara grande”, mientras que ahora “nosotros nos estábamos sirviendo de ellos”. 

Por eso Rogelio Ramírez de la O, el secretario de hacienda, nunca estuvo de acuerdo con la compra, pues además de parecerle un “robo en despoblado”, se gastó mucho de lo que tenía apartado para otros rubros, según comentan fuentes cercanas a su persona. Su cara en el video donde AMLO anuncia la adquisición lo dice todo. 

El que intervino por completo para comprar las plantas de Iberdrola fue el titular de la CFE, Manuel Barttlet. No sólo convenció al presidente, sino que le vendió la idea de administrarlas a través de un fideicomiso supervisado por terceros de su absoluta confianza. 

La fe ciega de AMLO en Manuel Barttlet lo llevó a cerrar el negocio con los españoles, quienes gustosamente se frotaron las manos. A ellos poco les importó que el presidente los descalificara en algunas mañaneras, pues a final de cuentas (sea como sea), acabaron haciendo negocio con los que aparentemente era imposible. 

Veamos qué ocurre. 

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