La fuente policiaca, “acostumbrada” a imágenes dantescas, no tenía idea de que en Veracruz, en aquel Mayo de 1995, se estaba abriendo una puerta de la barbarie en el mundo del hampa, del crimen organizado, de la delincuencia.
Peor aún, nadie imaginó que habría un día en que casos como el de Sonia Patricia, esa mujer a la que desmembraron, se volviera un hecho tan recurrente que ya no hubiera nombres sino números porque ya no fue un cuerpo, fueron dos, tres, cuatro… una semana sí, quince días también… otro mes igual… entonces el miedo que generaba este tipo de noticias se fue perdiendo… se fue deshilando en las fibras de quienes reporteaban el suceso hasta en quien lo leía, hasta en quien estaba al tanto de la información y de “Sonia Patricia” pasó a “otro cuerpo” u “otros cuerpos”…
Tantos hechos, tanta sangre, tantos cuerpos, que una parte de nuestra sensibilidad social se adormeció… dejó de sentir… dejó de horrorizarse, al igual que en nuestras autoridades de distintos ramos que dejaron a un lado la indignación para dar paso a la indiferencia…
Hoy, un comando irrumpe en una casa en Tihuatlán y mata a sus cuatro ocupantes, dos mujeres y dos niños… más tarde, en el mismo municipio, en un camino vecinal, arrojarían bolsas con restos de cuerpos humanos…
La indiferencia de nuestras autoridades es superior a la indignación… la indiferencia la visten justificando el multihomicidio con un simple “ajuste de cuentas” en un domicilio donde se daba “la venta de drogas”.
Sí, mujeres y niños ya no entran en los “códigos de la delincuencia”… pero parece que para nuestras autoridades tampoco…
A casi 30 años de que con Sonia Patricia se abriera una puerta del horror en Xalapa, hoy Veracruz parece un portón del infierno donde el terror es cotidiano como cotidiana la insensibilidad de quienes nos gobiernan…
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