Son las corcholatas que ya no quieren obedecer.
Es la acrecentada histeria de no poder someter a la Suprema Corte, a los partidos y legisladores opositores, a la prensa crítica y a los líderes de opinión.
Es la paulatina pérdida del poder, el desmantelamiento del proyecto de la Cuarta Transformación y los hijos, los hermanos, la prima Felipa y los amigos a los que se añade una larga fila de aliados de negocios, todos unos raterazos.
Es el legado que pesa, y mucho, de quien rodeado de porros se aferra al poder.
Es una carga muy pesada en el ocaso de su mandato y de su vida.
En las puertas de las elecciones en el Estado de México, que en modo alguno habrán de definir los derroteros que tomará la República dada la importancia electoral y política que representa, todo indica que habrá una elección de estado.
Todo apunta a que se buscará por todos los medios robar la elección para ungir a Delfina Gómez, una corrupta -como todos los de su grupo- que no solo disponga del dinero público para el 2024, sino que geste en compañía de los chairos en el poder federal, una tendencia rumbo a la sucesión presidencial y la renovación de siete gubernaturas en el 2024, entre ellas Veracruz.
Una eventual victoria en el Edomex, como se ha dicho hasta la saciedad, marcará el camino para recuperar el 50% perdido por Morena en la ciudad de México en las elecciones intermedias.
Sumará a 23, las entidades bajo la férula de Morena y consolidará el camino legislativo para gestar una nueva Constitución que desparezca la autonomía del Poder Judicial representado por la Suprema Corte de Justicia, el mayor obstáculo que en estos momentos tiene su gobierno.
Por ello tanta desesperación.
Por ello la urgencia. Por ello las campañas de división y odio. Por ello acudir, como sucedió en las elecciones intermedias, a la Guardia Nacional y al crimen organizado para inhibir el voto.
A unas horas de las elecciones en el estado de México la consigna de Morena -Morena es AMLO- es evitar por todos los medios, que la gente salga a votar y que la operación Tamal y Carrusel, sean las que marquen la ruta de la victoria.
Sin embargo y a pesar de todos los avatares en contra de la ciudadanía, asoma una luz de esperanza, las urnas.
Será la única forma de derrotar al autoritarismo, borrar de una vez y para siempre los senderos de una dictadura disfrazada y parar el seco el saqueo del país que se registra en el marco de la peor división entre los mexicanos no vista desde la época de la Colonia.
El voto es la ruta de la democracia, es el camino. No nos equivoquemos, el lunes será demasiado tarde.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |