En Veracruz cada vez es más evidente la fractura que existe dentro del grupo gobernante a causa de la adelantada sucesión en la gubernatura, de la mano de la presidencial.
Sostenido quién sabe cómo, por qué o por quién, el secretario de Gobierno Eric Patrocinio Cisneros Burgos no solo no dejó la dependencia luego del tremendo palazo que le dio el propio presidente Andrés Manuel López Obrador al declarar que si quería ser candidato, que renunciara. El funcionario no ha cesado de hacer campaña anticipada.
Varios de sus espectaculares dizque para promover un libro sobre la raíz afromexicana –del que nadie ha visto ejemplares en ninguna parte- siguen colocados en varios puntos del estado, mientras que se pueden contar por varias decenas las bardas en las que está escrito su nombre, en una descarada promoción política personal que tanto el INE como el OPLE ya le deberían estar contabilizando. A él y a su partido, Morena.
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No contento con ello, Cisneros ocupó este fin de semana un dron para sobrevolar la zona conurbada Veracruz-Boca del Río con propaganda con su nombre en un parapente, retando al propio presidente López Obrador, quien a pesar de ello no ha dado la orden de su cese fulminante al gobernador Cuitláhuac García, por razones que solo ellos conocen.
Y es que las balandronadas y abusos de Eric Cisneros, así como esa actitud de irse por la libre en el proceso sucesorio, cuando el bando gobernante en el estado está totalmente sumado en torno de la secretaria de Energía Rocío Nahle García, no pueden entenderse más que por la información que posea y lo delicada que pueda llegar a ser. De otro modo, resulta inexplicable que en un régimen tan vertical como el obradorato, se le permita hacer lo que quiera.
Entre tanto, Cisneros libra una guerra soterrada contra el que se promueve como el “principal” operador político de Rocío Nahle en la entidad, el coordinador de los diputados locales de Morena Juan Javier Gómez Cazarín.
Los amanuenses de ambos se mandan pseudocolumnas y notas atacándose, en un intercambio hasta chusco por lo bajo de su nivel. Pero también puede presumirse el uso de las instituciones del estado para su guerra personal, el cual pasa por los organismos públicos que controlan directamente, como la Fiscalía General del Estado, que está en el área de influencia de Cisneros, y el Congreso del Estado, que Gómez Cazarín manipula para presionar actores políticos como alcaldes y funcionarios estatales. Claro, la justicia y las leyes en Veracruz, ¡qué importan!
Cisneros Burgos aprovecha una situación política coyuntural para medir hasta dónde le da: Rocío Nahle sigue atada a la Secretaría de Energía en tanto la refinería Olmeca-Dos Bocas no produzca una gota de combustible. Y así como fue su escalera para subir hacia la nominación de Morena por la gubernatura, puede ser también la tumba de sus aspiraciones si, como estiman varios analistas, no es operativa dentro de los tiempos políticos de la sucesión.
No es casual que cada tanto, Nahle se reúna y deje constancia de eso con sus “operadores” para dar muestra de “unidad” y “fortaleza”. Como sucedió este sábado, que invitó a su casa en Coatzacoalcos al propio Gómez Cazarín, así como a los secretarios de Educación y de Finanzas, Zenyazen Escobar y José Luis Lima, y al subsecretario de Finanzas y primo hermano del gobernador, Eleazar Guerrero. Todos ellos en busca de una candidatura, al Senado y a diputaciones. La exclusión de Cisneros fue notoria.
Y así andan, en el muy priista jueguito de las “señales en clave”, pero sobre todo, de los golpes bajos. Al amparo de los recursos públicos, por supuesto.
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