A partir de esta semana, ambas serán “coordinadoras”. Una, del comité del Frente Amplio por México; otra, de los comités de “defensa de la cuarta transformación”. Ambos, membretes sin sustento legal real, eufemismos para darle la vuelta a la ley que establece el arranque de los procesos internos de los partidos hasta el mes de noviembre.
¿Qué es lo que ambas van a hacer en todo este tiempo, tomando en cuenta que los tiempos legales para la inscripción formal de candidaturas son hasta el año entrante? Pues caminar al límite de la legalidad entre lo que les está o no permitido hacer y decir. Aunque a decir verdad, en ambos bandos se ha quebrantado a tal grado la ley electoral, que aun cuando a cualquiera le podrían anular la candidatura, eso es algo que se ve muy difícil, o más bien, imposible que suceda, por las consecuencias que esto implicaría.
Pero eso conlleva a una problema igual de grave: al pisotear de esta manera la legalidad, la partidocracia ha debilitado peligrosamente a los encargados de hacerla valer: el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuyas decisiones han terminado por ser políticas y no jurídicas, incrementando con ello la falta certeza y el riesgo de que las campañas se desarrollen completamente fuera del marco legal, como ya ha estado sucediendo, pero a un nivel en el que sea imposible sostenerlas ante la enorme cantidad de violaciones a la normatividad que se vayan a registrar.
Aunado a ello, el proceso transcurre en medio de un ambiente de alta polarización que aumentará notablemente de intensidad en muy poco tiempo, junto con la amenaza de la violencia política que, de por sí, ya es común en época electoral, y que en este proceso puede alcanzar una nueva dimensión por todo lo que está en juego.
Vienen tiempos complejos para el país, que ha sido colocado en la cuerda floja por la ambición de la peor clase política que se haya visto en los últimos 20 años. Y vaya que ya es decir.
Colosio se abre
Finalmente, el presidente municipal de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, le cerró la puerta de manera definitiva a la postulación para ser candidato presidencial por Movimiento Ciudadano.
La razón es contundente: “no voy a entrar a esas riñas inconsistentes. Respeto mucho a Movimiento Ciudadano, es la plataforma en la que pretendo quedarme para hacer mi carrera política, pero no voy a ser artífice de la división de una oposición que tiene genuinas intenciones de recalibrar el rumbo de México, sería irresponsable”.
Colosio Riojas entendió a tiempo que el papel de esquirol no es por el que quiere ser recordado. Y con ello, exhibió todavía más a Dante Delgado, de quien resulta más que claro que está jugando abiertamente del lado del obradorato.
Con la pérdida de su registro se lo coma.
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