La enorme diferencia hizo a que Héctor Aguilar Camín comentara ayer que reina un desorden en las encuestas y que parece que retratan dos elecciones, que se tienen dos retratos de lo mismo.
Opina que divergencias tan amplias confirman que la demoscopía ha perdido el rumbo frente a la política y que las encuestas no dicen lo que está pasando con la precisión y el rigor que prometen y que necesitamos de ellas.
El proceso electoral en Veracruz confirma su aserto. “Encuestas” de Eric Cisneros y Zenyazen Escobar los daban por ganadores de la candaditura de su partido. Hoy el único activo, Zenyazen, anda mendingando que Rocío Nahle se le acerque y le permita tomarse una foto de él, pero siempre separados por una valla metálica.
Pero lo mismo les ha pasado con la zacatecana a la que han inflado tanto que la hicieron llegar artificialmente a porcentajes desproporcionadamente altos en los que ya no puede crecer más, sino solo venir de caída (Newton estableció el principio de que todo lo que sube tiene que bajar).
El viernes pasado me llamó mucho la atención la columna “Las Encuestas” de Alejandro Moreno el Consultor-Director de Encuestas y Estudios de Opinión de El Financiero.
La tituló “El efecto primavera”, no para referirse a la Primavera de Praga en 1968 ni a la Árabe en 2011, sino a lo que él llama las primaveras electorales en México, sobre todo en las elecciones presidenciales de 2000 a 2018.
Explicó que abordaba el tema porque en foros ha escuchado la idea de que las preferencias electorales rumbo a la próxima elección, medidas en diversas encuestas, no han cambiado mucho y que ante esa falta de movimiento se argumentan cosas como que las candidaturas no importan o que las campañas son irrelevantes, que ya está todo decidido, añado.
Mencionó que en las encuestas de su medio, entre octubre y diciembre hubo poco cambio; que la intención de voto por Claudia tuvo variaciones de entre 2 y 4 puntos porcentuales, mientras que el apoyo a Xóchitl varió entre 1 y 3 puntos.
Aclaró que variaciones no significan cambios cuando se trata de ejercicios muestrales como las encuestas, que tienen un margen de error convencional de hasta 6 puntos en valor absoluto, y que fuera de esas variaciones, las preferencias se han mantenido relativamente estables.
Entró en materia. Dijo que eso no es nuevo. Recordó que en las elecciones presidenciales del año 2000, las primeras que le tocó cubrir con encuestas periodísticas, las preferencias comenzaron a moverse hasta cierto momento; “en 2006, también; en 2012, también y, en 2018, también”.
“Probablemente usted ya dedujo a qué momento me refiero: la primavera. De acuerdo con las encuestas que me ha tocado coordinar y publicar, los cambios más notables en las preferencias se han registrado en los meses de primavera”.
Hizo entonces una revisión de las elecciones que mencionó, comenzando con las últimas.
Citó que en 2018, el ascenso de AMLO en las preferencias, cuando prácticamente se despegó del resto, se comenzó a registrar a partir de marzo y con mayor claridad en abril.
Rememoró que entre octubre de 2017 y febrero de 2018, el apoyo a AMLO había registrado variaciones de apenas 3 puntos en la serie de encuestas de El Financiero, con apoyos entre 35 y 38 por ciento, o sea, estable, y que a partir de la primavera, su ascenso fue meteórico, rebasando 50 por ciento.
En 2012. AMLO vino de atrás para empatar a Josefina Vázquez Mota en abril, y para mayo ya se había situado en un sólido segundo lugar, muy cerca de Peña Nieto, por lo menos en las encuestas que hizo entonces para Reforma en ese año, como la de los 4 puntos que se publicó en mayo.
Entre marzo y mayo, meses de primavera, el apoyo a Andrés Manuel subió de 22 a 34 por ciento, mientras que el apoyo a Vázquez Mota bajó de 32 a 27 por ciento, aunque la subida de López también se benefició de una ligera baja en el apoyo a Peña.
En 2006, “uno de los swings” más interesantes en las preferencias durante esa contienda se registró en abril, cuando Calderón se puso ligeramente arriba de AMLO. El entonces candidato del PRD argumentaba que él iba 10 puntos arriba en las encuestas, pero lo que se observó era otra cosa: una contienda muy cerrada, la cual tomó cierta dinámica en los meses de primavera.
Y en el año 2000, las preferencias estuvieron muy estables hasta que llegó el mes de abril, cuando las encuestas mostraron una contienda que se cerraba entre Fox y Labastida.
Recordó que pocos sondeos previeron el triunfo foxista, pero sí registraron el cierre de la brecha, en la primavera. “Lo que la serie de encuestas que hicimos entonces en Reforma dejó documentado fue que el swing reflejó más una caída en el apoyo de Labastida que un crecimiento en el apoyo a Fox”.
Concluyó: “Llamarle a todo esto un ‘efecto primavera’ es no saber nada sobre causalidad, ya que los cambios deben ser atribuibles a ciertos factores, más allá de la estación: las campañas, los eventos y su cobertura, el estado de ánimo del electorado, etcétera. Pero el cambio en preferencias en año electoral ha sido, hasta ahora, un fenómeno de primavera. En retrospectiva, no habría por qué esperar cambios antes de la primavera”.
Precisó: Lo que ha sucedido antes no necesariamente se repite, pero en cada elección, de 2000 a 2018, la primavera ha traído cambios. “Veremos si la de 2024 también”.
Interesante. Por la percepción que se tiene, parece que en Veracruz no se ha esperado a la llegada de la primavera para percibir un cambio. ¿a favor de quién creen? Quién crea que esto ya está resuelto, creo que más valdría esperar. |