Pero hasta ayer martes 30 de julio no había ni rastro de los chincheros aparatos, lo que impide a los niños tomar sus quimioterapias, el hilo conductor que los mantiene aferrados a la vida y que en muchas ocasiones los ha salvado de la muerte.
Si Cuitláhuac no ha resuelto el problema es por tres razones: porque no le importan los niños con cáncer, porque su mente está en el cargo que presuntamente ocupará en la CDMX y sobre todo (y esto es muy importante), porque ya nadie le hace caso.
Pero a la gobernadora electa sí. A ella todo mundo la obedece.
Para nadie es un secreto que los miembros del gabinete de Cuitláhuac están más atentos a lo que les pueda pedir la señora que a una orden de su jefe. Y si a eso se le agrega que la escasez de aparatos de aire acondicionado en la Torre Pediátrica ha pasado de ser un problema local, para convertirse en un tema de preocupación estatal, la mesa está más que puesta para que Rocío Nahle haga valer su peso político.
Ojalá tome el teléfono y hable con la titular de la Secretaría de Salud, Guadalupe Díaz del Castillo Flores, para pedirle que resuelva la preocupante contrariedad.
De seguro la doctora Díaz del Castillo tendrá en caja un remanente presupuestal y no le será gravoso destinar unos cuantos miles o incluso cientos de miles de pesos y acabar con el martirio de los pequeños pacientes y el dolor e impotencia de sus padres.
Si esto se logra, Rocío Nahle, gobernadora electa de Veracruz, no solo tendrá el agradecimiento y reconocimiento de los menores y de sus sufridos padres, sino de los 8 millones 62 mil veracruzanos para los que gobernará en breve.
Y es que un acto de sensibilidad humana de esa naturaleza se agradece toda la vida. Además con este hecho, le estará diciendo a Miguel Ángel Yunes Linares que la rehabilitación que ordenó de la Torre Pediátrica, resultó una porquería.
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