Huerta mencionó particularmente el deplorable estado de las carreteras estatales, las obras que nunca se acaban, o bien que ya se han ido inaugurando y que a los pocos días se vienen abajo.
Y se refirió a dos de los funcionarios “consentidos” e intocables del gobierno de Cuitláhuac García: el secretario de Infraestructura y Obras Públicas Elio Hernández, y el arquetipo de la corrupción de la política en Veracruz, el procurador del Medio Ambiente Sergio Rodríguez Cortés.
“Va a ser muy importante en el cambio de gobierno poner la atención de los órganos fiscalizadores en áreas donde hay muchas denuncias, que hay mucha queja. Y lo digo claramente, en la Procuraduría de Medio Ambiente, en Obras Públicas, por poner dos ejemplos y ya no quiero decir más. Tienen que revisarse, ya la gente sabe, no hubo voluntad, hubo mucho descuido y tienen que revisar dónde quedó la bolita”, señaló.
De las condiciones en las que se encuentra la red de carreteras estatales en Veracruz no hay quien tengas dudas: son una trampa mortal. Baches, socavones por doquier son la regla. Mientras que las pocas obras urbanas que han construido y de las que Cuitláhuac García se jacta como si se tratase de ejes viales estilo California, a la primera lluvia dejan ver su ínfima calidad. Pero como el secretario Elio Hernández forma parte de su círculo cercanísimo, le ha perdonado hasta los señalamientos por acoso que pesan en su contra dentro de la dependencia de la que fue inamovible, y que además es la que más observaciones por irregularidades recibió tanto del Órgano de Fiscalización Superior del Estado como de la misma Auditoría Superior de la Federación.
Poco habría que agregar sobre la trayectoria de felonías de Sergio Rodríguez Cortés, señalado como extorsionador por empresarios a los que durante el sexenio les cayó como la peste con auditorías ambientales a la medida del “moche” con el que se pusieran “a mano”. Es también el artífice del despojo del acuario de Veracruz al patronato que lo administró durante décadas, para convertirlo en su propio negocio particular.
De hecho, con el pretexto del aniversario del acuario, el experredista, exduartista y exyunista armó el pasado fin de semana tremendo pachangón en el World Trade Center de Boca del Río, con artistas de cierto renombre invitados y que el funcionario organizó en realidad para autocelebrarse y despedir el sexenio que concluye, incluso llevando al convite a prensa de todo el estado para que hablara bien de él. Todo financiado, obviamente, con recursos públicos.
A esos dos botones de muestra se pueden agregar decenas, como por ejemplo el recién exhibido como próspero casa y terrateniente secretario de Gobierno Carlos Juárez Gil, señalado como propietario de residencias y ranchos en Xalapa, Veracruz, Tuxpan y en el estado de Tabasco durante su comparecencia en el Congreso del Estado. O qué decir del diputado federal y exsubsecretario de Finanzas Eleazar Guerrero Pérez, quien sigue financiando a su asociación política “Unidos Todos” con dinero de los veracruzanos. Y la lista es larga aún.
Así como Manuel Huerta, de todo eso está perfectamente enterada la gobernadora electa Rocío Nahle García -quien tiene sus propios y conocidos esqueletos en el clóset-, que este mismo lunes afirmó que a partir del 1 de diciembre, cuando asuma el poder en la entidad, “vamos a recuperar el nivel político de Veracruz”.
¿Incluirá eso meter a la cárcel a los que rebajaron hasta el subsuelo ese nivel?
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