La sobreregulación lleva a la burocracia y a nichos de corrupción, pero a veces es necesaria
Los sabios bebedores de café comentaban entre lecheros calientes y canillas, que la sobreregulación lleva en algunos casos al estatismo, a la excesiva burocracia y a generar nichos de corrupción.
Sin embargo, este fin de semana en las playas de Chachalacas una familia fue víctima de la desgracia y otra cayó en el infortunio, precisamente, por la falta de regulación.
Una menor de edad, de apenas 14 años, atropelló y dio muerte a una mujer de 32 años, cuando al conducir una cuatrimoto particular, la menor no pudo controlar el automotor y desató una mortal pesadilla en la playa.
Más allá de la responsabilidad de la menor, o la carga moral de los padres que seguramente consideraron que era una “sana diversión”, o todas consecuencias legales que puede y debe haber, la pregunta es, ¿Están suficientemente reguladas las cuatrimotos?
Pareciera haber una laguna en la ley, pero no.
¿Cuántas circulan por senderos, caminos vecinales, playas o solo en traslados cortos “caseros”, y no tienen placas? ¿Cuántas cuatrimotos son conducidas por personas sin licencia, sin casco, o por menores de edad porque son consideradas “un juguete caro”?
No se trata solo de hacer leña del árbol caído y adjudicarles responsabilidad a quienes rentan cuatrimotos en las playas, pues en esta ocasión ellos no fueron. Pero aprovechando, se deben meter en cintura pues no deben moverse cuatrimotos en lugares de tránsito peatonal. Las playas no son lugar para ello.
En este caso, como en otros más, la sobreregulación no es la solución, pero sí ya hay regulación se tiene que aplicar la ley.
Canillazos a los padres de familia que consideran que las cuatrimotos son juguetes y las entregan a los hijos sin licencia, sin edad y sin responsabilidad alguna.
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