Del otro lado, el PAN movilizó a Jorge Romero, coordinador de los diputados azules, para apoyar a Marijose Gamboa en Boca del Río e Indira Rosales San Román en Veracruz, ambas con historial mediático y político en la zona conurbada. El PRI, aunque disminuido, hizo lo propio con la visita de Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, quien acompañó a Carolina Gudiño Corro, figura que intenta regresar al escenario político municipal en el Puerto.
Pero la efervescencia electoral se vio abruptamente interrumpida por una tragedia: el asesinato del candidato de Morena en Coxquihui, German Anuar Valencia, en donde el saldo al momento es de un fallecido y seis heridos según reporta la propia Fiscalía General del Estado (FGE).
Este hecho como tal sacude no sólo al partido gobernante, sino al proceso en su conjunto. Porque mientras Morena lidera prácticamente todas las encuestas rumbo a la renovación de los 212 ayuntamientos, resulta cuando menos inquietante que un crimen de esta magnitud ocurra justo cuando comienza la contienda, en un estado donde las autoridades estatales le han entrado de frente al tema de la seguridad, misma que comienza a reportar baja en la incidencia de hechos delictivos, muy a pesar de este lamentable caso.
Pero ¿Quién gana con esto? ¿Quién se beneficia de un escenario de miedo e incertidumbre?
Las miradas, con o sin pruebas, inevitablemente apuntan a los actores que más tienen qué ganar con el debilitamiento de Morena: Adán Augusto López Hernández, Ricardo Monreal Ávila, los integrantes del Clan Yunes, y hasta operadores incómodos en Movimiento Ciudadano, donde el caos parece tener más estrategia que casualidad.
La ciudadanía, por su parte, está cansada. Pide campañas con propuestas, no con luto. La propia gobernadora Nahle García lo ha dicho: no se deben permitir más campañas negras ni violencia disfrazada de competencia. Veracruz merece debate, ideas y futuro. No más sangre en las urnas.
Al tiempo.
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“X” antes Twitter: @LuisBaqueiro_mx
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