Como el ambiente se calentó, la Junta de Gobierno se dividió y al menos tres de sus nueve miembros se opusieron a la consulta, pero fueron amenazados porque la orden es que la apoyen, no por mayoría sino por unanimidad.
Ante este desgarriate, la doctora María Eugenia Buendía Espinosa miembro de la Junta, presentó su renuncia. Y aunque todo mundo se imagina la razón, es la hora en que no se ha dicho nada a la comunidad universitaria (que se enteró por los medios) ni se ha nombrado a su remplazo.
Los tres exrectores de la UV Sara Ladrón de Guevara, Víctor Arredondo y Raúl Arias Lovillo, que en días pasados alertaron a los universitarios sobre el intento de Martín Aguilar de utilizar el subterfugio legaloide de la consulta, para participar como aspirante a un segundo periodo, este fin de semana emitieron una segunda carta, pero dirigida a la comunidad universitaria de todo el país, donde le solicitan su apoyo en la lucha contra “el reprobable atropello” que se está preparando contra la autonomía de la UV.
Y las cosas se complican con trascendidos que hasta ahorita nadie ha desmentido.
A principios de la semana anterior, trascendió que el líder de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Académicos de la Universidad Veracruzana (Fesapauv), Enrique Levet Gorozpe, habría sido “convencido” (con plazas y dinero) para que apoyara a Martín. Y este fin de semana circuló la versión de que Levet ya está “plenamente convencido” que Aguilar Sánchez sigue siendo la mejor opción para la UV. “Martín o el caos”.
También trascendió que los ocho miembros de la Junta de Gobierno (ya sin la doctora Buendía Espinosa), fueron debidamente maiceados para que apoyen la consulta por unanimidad. Y la consulta va (o irá para decirlo con más propiedad) con el resultado que todos imaginamos.
Futa…
La efervescencia está subiendo de volumen y ya se habla de un paro en la UV si Aguilar Sánchez sigue montado en su macho. Es decir, un problema que era fácil de resolver, puede terminar en algo más que en un simple descontento.
Con lo sencillo que hubiera sido para el doctorcito agarrar su mediocridad, su doctrina cuatrotera, meterlas en su portafolios y despedirse con un “con permiso y ahí nos vemos”. Pero uta no, qué va. Primero porro tramposo que caballero.
Con el apoyo de allá arriba, el apestoso potaje de su reelección ya se cocinó y lo único que falta es ponerlo sobre la mesa; sin importar que lo vomiten los comensales y sobre todo, sin importar las futuras y lamentables consecuencias.
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