A partir de ese término mal puesto, los asesores rectorales, cual leguleyos que tuercen la ley sin comedimiento, vieron la oportunidad de esgrimir un argumento legaloide que trataron de sustentar con otras mentiras del mismo talante.
Al igual que hacen sus modelos de la Cuarta Transformación, los martinistas lanzaron una campaña en los medios que controlan y a través de las redes para convencer a los universitarios de que todo era legal, de que las leyes autorizaban la
prórroga hechiza y de que, válgame, Martín había sido el mejor Rector que ha tenido la UV, cuando la realidad y las cifras dicen claramente todo lo contrario.
Con su paladín inventado, con su tigre de papel a cuestas, los martinistas quieren apoderarse de la Universidad a base de cochupos, de mentiras, de amenazas a funcionarios, a consejeros, a alumnos, a docentes y a la base trabajadora.
En su malsana tozudez, la Junta de Gobierno intenta cumplir los deseos del Rector saliente, y van a llegar hasta el peor final de esta aventura que sólo ha traído desgracias a la casa de estudios.
Ahora, la Junta, el Rector y su grupo están quemándose los sesos para ver cómo van a presentar como un éxito rotundo la Consulta, y cómo harán que la comunidad y la ciudadanía crean las cifras alegres que van a presentar.
Con su frivolidad y su desconocimiento de la ética y la moral, los ambiciosos encabezados por Martinillo van a terminar despertando a la bestia centenaria… y es un monstruo apocalíptico que otros van a tener que calmar… o más bien otra.
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