Por eso resulta absurdo, estúpido, incomprensible, que la Secretaría de Cultura de Veracruz (SECVER), haya cometido la pifia con la que inició la participación de la delegación veracruzana en el festival y que vuelve a exhibir su falta de sensibilidad, planeación y respeto.
¿O cómo se explica que un grupo de músicos reconocidos a nivel nacional e internacional, como los integrantes de Son de Madera y de las otras agrupaciones artísticas involucradas, hayan sido embarcados en un viaje de varias horas en un autobús sin baño y que, a medio camino, sufrió una explosión en alguno de sus sistemas, seguro por falta de mantenimiento, dejándolos varados en medio de carreteras donde es sabido que es muy peligroso transitar? ¿“Tirados como perros”, como ellos mismos denunciaron?
No es tampoco que resulte tan sorprendente, valga decir. Esta misma Secretaría, que “dirige” Xóchitl Molina González, ya fue responsable antes de otro agravio: cuando durante un acto oficial en lugar de pagarles un alojamiento real, mandó a artesanos veracruzanos a dormir en el suelo de un edificio público. ¿Qué tipo de sensibilidad puede tener una funcionaria que ve en los artistas y artesanos simples piezas decorativas, prescindibles, desechables?
Lo que esto reafirma es la visión profundamente utilitaria de la cultura del actual gobierno de Veracruz: los artistas son útiles mientras adornan el discurso oficial, pero prescindibles cuando se trata de garantizarles condiciones dignas. Se presume la presencia de Veracruz en el Cervantino, pero se hace mutis acerca del abandono en el que se dejó a quienes la hacen posible.
No por nada, la gobernadora Rocío Nahle no ha dado marcha atrás en su intención de fusionar la Secretaría de Cultura con la de Turismo. Es así como la conciben, como un acto folclórico que les genere alguna retribución, económica o política, y no como expresión viva de la sociedad, que merece respeto, inversión y cuidado.
¿Cuánto tiempo más la comunidad artística seguirá aguantando con la cabeza agachada?
Sin tibiezas
Si el grueso de la comunidad universitaria hubiese tenido desde el principio los arrestos, valentía y las gónadas del académico Raúl Varguez, que le plantó cara a Martín Aguilar y sus secuaces en Poza Rica durante unos “diálogos” que fueron concebidos realmente como monólogos, otra sería la situación de la Universidad Veracruzana en este momento.
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