ES TAL el tamaño de la manzana que se dan casos de estados y delegaciones en donde llegan a transcurrir meses y no se nombra delegado de una dependencia como ocurrió al inicio del gobierno de Javier Duarte en Veracruz.
SI por fortuna un delegado da muestras de eficacia, productividad, compromiso y resultados, eso no impide que una orden de la cúpula lo reemplace por otro de menor perfil. Este puede ser el caso del ISSSTE estatal de Veracruz.
Como derechohabiente de casi siete décadas y como analista político, creo conocer bastante al instituto. Hace un año publiqué algunas reflexiones respecto a los servicios en Veracruz. En aquella ocasión hice ver que el cambio no son enchiladas y que si a la voluntad política del Director General de ese Instituto Lic. José Reyes Baeza Terrazas no le acompaña una estrategia de movilización de valores, actitudes, recursos, desde la base de cada unidad y área de servicio, todo intento de modernización, eficiencia y de afán de calidad simplemente está condenada a quedarse en discurso de los altos directivos.
De manera particular me referí a la inversión reciente en modernización y equipamiento y, sobre todo, a los esfuerzos de cambio en el personal, promovido por su joven delegado Renato Alarcón. Ha sido pública la sacudida lo cual tampoco debe llevar a cantar victoria. Burócratas obsoletos o resentidos, servidores desleales que solo piensan en sus intereses los hay por todas partes. Sin embargo parece que han tenido que agazaparse para permanecer en medio de la dinámica reciente.
Sin embargo todo lo logrado puede revertirse y enviarse al cajón de archivo muerto en el momento en que las componendas en la cúpula decidan que ya le llegó su tiempo al Delegado actual y que procede su relevo sin advertir que ningún derechohabiente quedarà conforme con menos de lo recibido hasta ahora.
¡Adelante con los cambios, los derechohabientes entendemos que si el Director General se sostiene en su compromiso de fortalecer al ISSSTE EN VERACRUZ, habrá de tomar medidas concretas para que los procesos renovadores alcanzados sean institucionales y no estilos personales de servir pues ya sabemos que, en los mal entendidos afanes de cambio de un nuevo funcionario, se suele retroceder y presumir que se inventa el agua tibia.
Afiliados y pensionados tenemos derecho de recibir un instituto que consolida las prácticas renovadoras emprendidas estos años e incluso que toma la determinación de seguirlas profundizando. A la auténtica universalización le deparan retos aún mayores tanto a este instituto como al resto de los que integran el sistema nacional de salud.
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