Más que falaz también fue la actitud de los diputados locales de Acción Nacional, que esta vez no dudaron en votar en consonancia con los del PRI, pero para disimularlo, afirmaron que el gobernador Javier Duarte se había “fusilado” la iniciativa antiabortista, a pesar de saber que sin el impulso del gobierno estatal, ésta jamás se hubiera aprobado, pues ni siquiera está en la agenda programática y política del PRI, ni en la del Gobierno Federal.
Ni qué decir del gobierno y de Javier Duarte, quien al término de la votación expresó vía Twitter su beneplácito y felicitó a los diputados por “decirle sí a la vida”. Vida que ha sido segada, arrancada con lujo de violencia a miles de personas en Veracruz, nacidas, durante su sexenio. Pero que con esto cree que expiará sus culpas en agua bendita.
Mientras los sectores más conservadores y la alta jerarquía católica se rasgan las vestiduras porque una mujer aborte, calla ante los excesos del propio clero en contra de esos niños cuyo nacimiento “defiende”. Para no ir muy lejos, no hay que olvidar el caso del sacerdote Rafael Muñiz López, el cibercura pornógrafo y pederasta conocido como “lobo siberiano” por su cuenta de correo electrónico, que fue protegido por la Arquidiócesis de Xalapa y que se encuentra impune. “El sacerdote Rafael Muñiz es una persona inocente. Yo incluso le dije que no sabía por qué Dios le había puesto esa prueba, pero que tenía que aguantarla”, declaró en junio de 2012 el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios.
Y para que no quede duda de que nada ha cambiado todavía en Veracruz, mientras participaba en una rueda de prensa para oponerse a la reforma, fue allanado -con amenazas de por medio- el domicilio de la directora del Instituto Municipal de las Mujeres de Xalapa, Yadira Hidalgo González, cuya postura en contra de la penalización del aborto ha sido decidida y de mucho tiempo atrás.
Y en medio de todo esto, ninguna reforma legal impedirá a una mujer que aborte si así lo ha decidido. Sólo que las que cuentan con los recursos económicos suficientes lo harán con seguridad y hasta en el extranjero, mientras las pobres, las que son violadas en la sierra o en la ciudad, tendrán que exponer su vida y quizás perderla.
Es la doble moral de quienes se creen guardianes y salvadores de la virtud ajena, y no son más que émulos de los fariseos que entregaron a Cristo a los romanos. Hipócritas.
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