Figuras y figurones.
Francisco Licona.
 

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Se asoman los vicios ocultos en las obras del FIDELISMO
2016-08-11

En Veracruz hay excelentes blanqueadores de documentos comprobatorios de gastos; contadores que cuadran; abogados que enredan; ingenieros que justifican; arquitectos que maquillan; auditores que limpian rastros; y los mejores están en las dependencias que ejecutan obras. Son joyas que cada nuevo equipo de gobierno, cuida como las niñas de sus ojos. 


Entre ellos, hay una regla de oro que dice: “el papel aguanta todo”. Y esa es la idea que venden a los que llegan cada sexenio, a que nada es imposible de justificar, pues hasta las Cuentas Públicas, para ellos, son un juego de niños el hacerlas cuadrar. Vaya, ¡Solventar observaciones es su especialidad!


A la gente común, a la de a pie, que no sabe cómo se engarzan los hilos de la Administración Pública, sencillamente no le cuadra que siendo tan obvia la falta de probidad de ciertos funcionarios, nadie los toca. Casos tan obvios como los que se dieron en los últimos 12 años en la SIOP, dependencia que construye o contrata caminos, puentes y obras públicas, son un claro ejemplo de esto. Nadie se explica cómo es que no han caído peces gordos de allí. 


En su momento molestó a los veracruzanos que llegaron hasta el hartazgo, las gestiones groseras, disipadas, sobradas y hasta cierto punto dispendioso de personajes inmorales y libertinos, que se supieron protegidos por los gobernadores Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa y abusaron. En dependencias como la SIOP (antes SECOM), que estuvo en manos de Marcos Theurel Cotero, Raúl Zarrabal García, Raúl Zarrabal Ferat, o Guillermo Herrera Mendoza, están las principales causas de la quiebra económica de Veracruz. Entre esos personajes se gestó el peor cochinero técnico, administrativo y financiero del Fidelismo que felizmente está a punto de terminar. 


Ellos, como muchos otros titulares de obras públicas en sexenios anteriores -de muy malos recuerdos por cierto- han salido limpios y sin mancha de cuanta auditoría se les ha realizado. Y una vez que las dependencias responsables de vigilar, controlar, inspeccionar, transparentar y fiscalizar, les aprobaron las Cuentas Públicas, se cubrieron con el manto de la Santidad y si me apura hasta habría que pedirles perdón por haberles señalado en los espacios periodísticos sus incapacidades y falta de honestidad. 


La Contraloría General, el ORFIS y el Congreso, son una maquinaria en serie para lavar lo sucio. Ahí se analiza, se da fe y se aprueban las Cuentas Públicas, y en papel resultan maravillosamente limpias.


Pero como no hay crimen perfecto, y no siempre iba a ganar el PRI para que el gobernador en turno  y el “nuevo” equipo de gobierno taparan todo lo sucio de su antecesor; hay áreas en las cuales ni los excelentes y “profesionales” blanqueadores son capaces de limpiar por lo que quedarán exhibidos los “vicios ocultos” en las obras.


Ahí estará el detalle. Con eso tendrá para entretenerse el nuevo régimen, con eso la justicia y Yunes Linares pudieran alcanzar a su principal enemigo (Fidel Herrera) y a su gabinetazo de incondicionales. Porque si Duarte omitió auditar, fiscalizar y sancionar a las empresas que cobraron por obras que no construyeron; por obras que no terminaron, y en las que usaron impunemente pésimos materiales constructivos, los vicios quedarán a la vista de todos, y ¿sabe qué? Pueden ser auditadas, porque fueron contratadas con base en tiempos estimados de vida útil. 


Las obras no son capaces de engañar. Los vicios ocultos, más tarde que temprano salen a la luz y señalan a quienes no hicieron las cosas conforme a la Ley.  


En procesos investigativos de delitos financieros suele decirse que la eficiencia de los mismos depende de seguir bien la ruta del dinero, y aquí, en el caso que tratamos, se habrá de seguir la ruta de los vicios ocultos. ¡Y mucho, pero mucho habrá de aparecer!


Por lo pronto, empresarios veracruzanos, testigos de tanto dispendio y corrupción en el fidelismo,  han levantado la voz para exigir se auditen obras públicas como la Avenida Lázaro Cárdenas (la única gran obra de Xalapa en este sexenio), evidentemente construida con pésimos materiales en la que varios tramos sufren cuarteaduras, hundimientos y grietas en el concreto hidráulico que ponen en peligro vidas humanas. 


Carlos Abreu Domínguez, Delegado Nacional en Veracruz de la CANACINTRA, habló fuerte y claro al respecto, ¿Y cómo no? Si la obra fue pagada con dinero del 2% a la nómina, costó 450 millones de pesos y debía tener una vida útil de 30 años.


Será la Avenida Lázaro Cárdenas la punta del Iceberg la madeja para que se haga justicia. Será la punta del iceberg que lleve a los peces gordos. Y a la Lázaro Cárdenas habría que sumarle todas las demás “grandes” obras de este sexenio y el anterior, que para estas alturas no sirven o jamás funcionaron.

 
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