Al leer el artículo de Sabina Berman intitulado “El ano y el Arzobispo” (luego comprobé en el semanario Desde la fe que así fue escrito: “El ano está diseñado sólo para expeler. Su membrana es delicada, se desgarra con facilidad y carece de protección contra agentes externos que pudieran infectarlo. El miembro que penetra el ano lo lastima severamente pudiendo causar sangrados e infecciones”), me quedé anonadado, no, qué va, me quedé preocupado, ¡en pleno siglo XXI!, la oscuridad nos acecha, la ignorancia nos arrastra, la estupidez nos invade, la mediocridad nos cerca (la mediocridad es el moho del cerebro, lo escuché en alguna película). Ante todo esto un puñado en el poder se relame las garras y se chupa los dedos.
El historiador Juan Eslava Galán, en el libroHistoria del Mundo contada para escépticos, señaló que “la historia de la humanidad es la historia de la explotación del hombre. El contrato social oculta una cleptocracia o gobierno de los ladrones en que las clases privilegiadas o dirigentes explotan a las sometidas o dirigidas; sea cual sea el régimen político (incluso en las democracias parlamentarias, que en realidad esconden partidocracias), el que recauda explota al contribuyente. Seguimos siendo aquellos monos agresivos que se bajaron de los árboles para conquistar el mundo”. Luego añade: “El sacerdocio, siempre aliado con el poder. En última instancia, y visto desde una perspectiva puramente materialista y moderna, se trata de conformar a los no privilegiados para que acepten la desigualdad social como lógica y conveniente dentro del orden cósmico sancionado por los dioses. Ése es el objetivo final, cínico y realista, de las religiones, por evolucionadas que sean: conformar a los explotados y mantenerlos sometidos al poder. Es la función social, utilísima y necesaria, del sacerdocio y de la Iglesia. Si esta gente de sotana viviera simplemente del cuento, como algunos creen, hace tiempo que habría desaparecido. Perduran porque se sostienen en la casta dominante y porque las personas necesitamos creer en algo que mitigue la muerte”.
Sí que estamos en el infierno. Qué sería de mí si cayeran en manos divinas los siguientes versos: “Amo tu mano/ Amo tu ano/ Tu ano amo en mi mano/ Como amo tu coño/ En otoño o en retoño/ Tus pechos en mi lecho/ O en los helechos/ Es un hecho:/ Amo tu mano/ En verano/ En invierno/ En el averno/ Y en primavera”.
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Ana Frank escribió: "Podrán callarnos, pero no pueden impedir que tengamos nuestras propias opiniones”. Así que ustedes dirán.
Los días y los temas
Según José Woldenberg, el embarazo infantil y juvenil es: “Duplicador de las posibilidades de que la madre muera durante la gestación o el parto; producto de la violencia sexual, con alguna frecuencia; correlato del déficit de educación reproductiva; cosecha inesperada; ancla para la mujer; obstáculo para el desarrollo de la preñada; carga eterna; felicidad cuando es anhelado”.
Van las estadísticas: “Una de cada dos adolescentes de 12 a 19 años que inicia su vida sexual se embaraza; cuatro de cada 10 embarazos adolescentes no son deseados”.
El que tenga oídos, oiga.
De cinismo y anexas
Con eso de las Olimpiadas en Río 2016, les comparto lo siguiente del poeta brasileño Paulo Leminiski: “la noche–enorme/ todo duerme/ menos tu nombre”; “en la lucha de clases/ todas las armas son buenas/ piedras/ noches/ poemas”; “vendrá el día/ en que todo lo que diga/ sea poesía”. |