Y así como dice Carlos Mota “México tiene problemas, evidentemente. Pero el más alarmante no es Trump ni su muro —por el momento—, sino la incapacidad de la economía en su conjunto para crecer con vigor y repartir con mayor equilibrio la riqueza. Por eso creo que quien realmente golpeó con dureza al Presidente no fue Trump, que está en campaña, sino la calificadora Standard & Poor’s, que emitió un comunicado en el mismo instante en que Trump aparecía en México, diciendo que el reto mexicano era, más político que económico”.
Dejando de lado por el momento la temática amplia y compleja de las consecuencias económicas de contar con un líder débil, sin argumento y posibilidades de transformación, cabe reflexionar que el colectivo interno es lóbrego.
Sobre todo, cuando la decisión transcendental que ha tomado Peña Nieto en la relación bilateral con Estados Unidos, ha dañado su trato con el presidente Barack Obama y con la candidata demócrata Hillary Clinton, presentando en el horizonte probables consecuencias. Al mismo tiempo los medios presentan a la luz el poder de Videgaray y la ruptura violenta que se dio en el gabinete.
La esfera pública está perdiendo toda connotación de la situación actual, tanto a nivel nacional como dentro del interior del país, edificando un ideario colectivo de que para toda problemática la respuesta es un suceso peor; es como pensar que un tumor se sana golpeándole.
Cuando no se podía ver más nublado el futuro del país, sale el Banquero central de México a prender la alarma referente a la situación de la deuda pública, a partir de que se habla que la relación deuda/PIB se acerca a 50%, debido a que cierto indicador se ha “inflado” como consecuencia de la depreciación del peso.
A fin de cuentas, estamos entre lo demasiado y el demasiado poco, y que por lo tanto será necesariamente decepcionante el desenvolvimiento económico, de una manera u otra. Dicho escenario hace que concibamos que el futuro presente es la consecuencia de muchas malas decisiones y una incipiente planeación.
En donde la política exterior, aunada la incertidumbre por la inseguridad pública, la irritación creciente ante la corrupción, la baja credibilidad institucional y las muestras de incapacidad para promover grandes proyectos de inversión de capital nacional, públicos y privados, está configurando un entorno aun más complejo y adverso para México.
En, suma si queremos un orden económico como premisa fundamental para el desarrollo social y económico, no basta confiar o señalar esa tarea de los órganos de gobierno; la sociedad civil debe actuar más allá de los procesos electorales, en aras de la paz pública.
Y, por último, solo el tiempo nos dirá si Peña Nieto llevó a cabo la visita de Trump estratégicamente o fue un acto impuesto por parte del equipo de Hilary, porque en México quedó mal Peña y en USA Trump; recordemos que al ser un hecho bilateral tiene dos niveles de observancia y no es solo que consideremos sino la realidad con respecto al hecho.
Recordando:
- Se ven flacos los foros para el Plan Veracruzano de Desarrollo.
- Viaje al pasado por parte de la retórica oficial y de la discursiva social, para ellos la evocación de un discurso tipo Echeverría les es atractivo.
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