Como ejemplo reciente tenemos la desafortunada decisión de invitar al candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, a la residencia oficial de Los Pinos para entrevistarse con el presidente Enrique Peña Nieto, situación que sólo se convirtió en una de las peores crisis porque las que haya pasado el presidente.
Envuelto en un escenario de desplome en su credibilidad, con una imagen por los suelos, a Peña Nieto parece que nadie le dijo que era una malísima idea traer a quien ha insultado un día sí y el otro también a los mexicanos, con un discurso racista, xenófobo y grosero.
Según cuentan las crónicas nacionales, al que se le ocurrió la brillante idea de traer a Trump para mandar ¿un mensaje de calma a los mercados? (seguramente Doña Pelos, la de las garnachas del Jáuregui, estaba muy preocupada) fue precisamente al secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso.
Videgaray, “Megamente”, nunca calculó que ese “mensaje de calma a los mercados” sólo le costaría un duro golpe al Presidente; que su influencia sobre el Ejecutivo quedo evidenciada, pero además le costó el cargo.
Aunado a lo anterior, resulta bastante curioso con este reciente escándalo, se hayan activado las baterías contra el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa.
Lo anterior se constata porque desde la semana pasada el tema en Veracruz estaba en calma, más allá de los serios señalamientos que se tendrán que derivar ante las instancias correspondientes. Había un timing también a favor porque la muerte de Juan Gabriel opacó cualquier noticia y escándalo político.
Lo mismo deben haber pensado Videgaray y Los Pinos, quienes también tenían encima el tema de la tesis “plagiada” de Peña Nieto que se anunció como la “gran” investigación periodística, que al final de cuentas resultó un misil útil para golpear al titular del Poder Ejecutivo: una raya más al tigre.
Pero lo de Donald Trump fue lo que vino a ocasionar el caos, y ni la muerte de Juanga pudo ocultar algo tan verdaderamente vergonzoso, especialmente por la manera en que la figura presidencial quedó tan destruida y bajo los pies del candidato pendenciero, con cuya visita aumentaron sus cifras en las encuestas y ahora parece tener una ligera ventaja sobre su competidora Hillary Clinton.
Y como dicho escándalo no terminaba y prácticamente la ideota de Videgaray vino a arruinarle el panorama a los gringos, parece que la solución más obvia era reactivar al Auditor Superior de la Federación y al jefe de la oficina del Servicio de Administración Tributaria (ambos muy ligados a Hacienda) y meterlos a los noticieros para darle vuelo al tema de los adeudos, las empresas fantasma y demás temas conocidos.
Aunado a lo anterior, otro cercano a Videgaray, el presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, también lanzó misiles contra Duarte al mismo tiempo.
En política nada es casualidad: es bastante curioso que ambos personajes hayan aparecido en cadena nacional con la misma encomienda. Nunca antes --como así lo subrayó el auditor Juan Manuel del Portal en sus acusaciones-- se había visto que dos funcionarios de alto nivel y un presidente del mismo partido, atacaran con todo a un mandatario estatal.
Lo peor de todo es que la estrategia sólo debilitó al mismo PRI y al Gobierno Federal, pues al desgastar a uno de los suyos, los únicos que se entrampaban a sí mismos eran el tricolor, Peña Nieto y anexas. Por más que usaran el discurso de la anticorrupción y la justicia, para la percepción ciudadana queda una falta de autoridad moral: o todos coludos o todos rapados.
Otro factor que sin duda fortaleció y puso en claro la influencia de cada quien en el gabinete, fue que la sobrina del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, la canciller Claudia Ruiz Massieu, quien ya había amenazado con renunciar por la injerencia de Videgaray en su área de trabajo: nunca le consultaron la llegada de Trump a tierras mexi-nacas.
Habrá que ver si es cierto lo de Veracruz como el distractor favorito de los escándalos del gobierno de la república, ahora con la salida de Videgaray. Por lo pronto la llegada de José Antonio Meade Kuribreña habla del arribo de un político serio quien, lejos de protagonismo, ha sabido resolver problemas sin hacer tantas olas.
EPÍLOGO: Con la salida de Videgaray y sus estrategias de tenebra, se fortalece el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, pero también entra en el panorama José Antonio Meade; en Veracruz también fortalecen el grupo del gobernador electo Yunes Linares (aliado del Grupo Hidalgo) y el senador Yunes Zorrilla. |