–¿Cómo se va a llamar?
–Emilio.
III
Javier se sorprendió cuando en un viaje a Estados Unidos le dieron permiso de bajar la ventanilla del carro. Se podía asomar, ver… cuando en Veracruz no se lo permitían. Acá, salir a la calle era andar con miembros de la Marina, ya no sólo para ir a la escuela, sino hasta para ir al cine.
Por eso, cuando iban a la casa de la abuela en Córdoba, le podía decir: “Papá, así es como nos gusta vivir, estando todos juntos, en una casa normal”.
IV
“De sus hijos, confiesa amar a los tres: al grande, porque es el grande y porque se llama como él, además de que se ve reflejado en él; a Carolina, por ser la niña de sus ojos; y a Emilio, el pequeño de dos años, ‘es una bala’; al abrir el ojo es al primero que busca… ‘es muy simpático y muy despierto’. Fue quien le acompañó a entregar unos premios del deporte y salió con él tomado de sus piernas en una fotografía que circuló en redes sociales”. Un párrafo de la crónica de Números Rojos, de Brenda Caballero (Duarte, el Padre), durante una plática con el hoy Gobernador con licencia.
V
Desde el pasado jueves, empecé a tener una duda… ¿dónde están? ¿cómo estarán? ¿con quién están? Y no me refiero a Javier Duarte de Ochoa y Karime Macías Tubilla, sino a Javier, Carolina y Emilio, sus hijos.
Desde ese día a la fecha, es tema recurrente con Brenda, la Mujer, en la sala, en el comedor, en la recámara, en nuestros paseos. Luego, para todavía remachar nuestra incertidumbre, un apreciado amigo, Wilber Mota Montoya, hace este comentario que me hizo pensar aún más en Javier, Carolina y Emilio: “En la historia que ellos (Karime y Javier) tenían prevista no aparecía este final... ¿Para qué tanto dinero? Al final los van a atrapar en una casucha como a los Abarca... Ese es el destino que ya los alcanzó…”
VI
Quizás no me esté dando entender… y es que a mí también me cuesta un harto entender cómo toda esta maraña que se teje en torno a los Duarte-Macías donde ya se cita involucrados ¡hasta a los abuelos, cuñados, concuños, amigos!, ha de alcanzar a estos niños, no hoy, sino mañana. Sólo espero se encuentren bien, con alguien que los proteja, ampare y ¿explique?
Este sábado, si mi conciencia trataba de apaciguarse, no lo logró… un amigo me mandó el siguiente comentario tomado del Facebook: “Familia de rateros. Si los ve, favor de decirle que regrese los millones que se llevó… Atte un verdadero jarocho” y estaba acompañado por una foto familiar, de Karime, Javier y sus hijos.
Entiendo el malestar ciudadano. No justifico la imagen y aunque suena como broma, la frase de Las Lavanderas no deja de ser exacta: “Uno, como quiera… ¡las criaturas!”
V
Me rebelo un poco a una frase lapidaria que reza más o menos así: “los pecados de los padres los han de pagar los hijos”... no la quiero creer, pero al final, habrá consecuencias y a veces el apellido de los padres pesa tanto como sus propias palabras:
“¿Cuántas casas tiene la señora Karime? Ríe, ‘sólo tenemos la de Córdoba y ésta (refiriéndose a la Casa Veracruz) que rento’. Cuenta la anécdota de una señora a la que se encuentra y le dice que le vuelve a pedir algo que ya ha hecho cinco veces; él le pregunta qué. La señora dice ‘¡una casa!’ Le contesta: “mi esposa me lo ha pedido 20”. Números Rojos, Brenda Caballero (Los chones de Duarte).
Y creo que al final, ¡se lo cumplió con más de 20!
PD Extrañan a Fer en el RC
Para la empleomanía del Registro Civil, la salida de Fernando Sánchez es vista con incertidumbre, pues cuando veían un giro radical y tomaba forma de una dependencia pública en serio, ¡nuevamente cambios! Ahora, esperan del Gobernador y de su secretario de Gobierno acierto, así como lo hizo con Fernando Sánchez, en la designación del nuevo director del Registro Civil. Los empleados esperan una persona igual de eficiente que Fernando o si se puede, mejor pero no un Junior prepotente sin experiencia, “si el Registro Civil fuera un establo, sería indicado, pero no es así, ya que el Registro Civil es una dependencia de carácter público y lo que menos se requiere es de un director demostrando su prepotencia y falta de capacidad insultando y gritando en pasillos (ahora sí con todas las de la ley), “¡el que manda aquí soy yo!”, “el jefe ahora sí soy yo”, al personal que realmente trabaja o maltratando a los usuarios. Esperemos que la experiencia del doctor Flavino sea la que lo lleve a decidir por el mejor candidato para esa silla.
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