Estuvieron presentes líderes obreros y campesinos, empresarios, diputados locales y federales, alcaldes vecinos, representantes de todas las comunidades, maestros, estudiantes y por supuesto el señor gobernador.
También fueron invitados los mejores columnistas y periodistas de Veracruz y algunos de la capital de la República. Los dueños de los medios de comunicación recibieron un trato preferencial. Las principales televisoras se encargarían de dar a conocer la noticia a nivel nacional.
Bueno, hubo hasta un representante del Presidente de la República: Alfredo del Mazo González.
Todos iban a atestiguar el milagro tuxpeño llevado a cabo en doce meses por un joven y emprendedor político.
Silva Ramos empezó diciendo: “Comenzamos este año trabajando duro. Desde la media noche; a las doce horas con un segundo del primero de enero…”
Pero lo bueno vino en los últimos párrafos de un discurso que duró siete minutos con 10 segundos: “Ese Tuxpan de enorme potencial turístico, de crecimiento portuario, de empleo para todos, el motor de la producción industrial y el faro que ilumine a Veracruz, ese Tuxpan está cerca. Ésta es la esencia del duartismo”, dijo en medio de la sorpresa general porque era la primera ocasión que alguien hablaba del duartismo.
A renglón seguido agregó: “El duartismo es una nueva generación de gobernantes; jóvenes políticos con orden en las finanzas, con transparencia, con eficacia, con firmeza, con sentido social, con obra pública, con responsabilidad; cercanos a la gente, creando un mejor ambiente de felicidad, dedicados a construir la confianza que nos da fe en el futuro.
“El duartismo es la unión de orden, responsabilidad financiera, obra pública y transparencia. El duartismo es gobernabilidad, civilidad y diálogo, de mano firme y manos limpias. El duartismo es construir nuestros sueños sin odios y sin rencores. El duartismo es entreverar relaciones y aprovechar la experiencia de otros. Con los brazos abiertos, Tuxpan lo abraza señor gobernador, y con usted Tuxpan abraza a la prosperidad”.
Mientras el alcalde avanzaba hacia donde se encontraba el mandatario estatal, cobijado por la ovación del respetable, se presentó un video donde los tuxpeños agradecían a “Beto” por las obras realizadas.
El evento llegó a su fin cuando una jovencita salió al estrado a cantar: “… Gracias Javier… Javieeer Duaaaarte… Tuxpan es grande, grande por tiiiiiii… Ouou… Ououuuu.”
Ese día, en el Centro de Convenciones del Crowne Plaza, Alberto Silva Ramos se destapó como candidato a la gubernatura para el 2016. De golpe y porrazo se colocó por encima de Héctor y José Yunes, Erick Lagos, Jorge Carvallo Delfín, Adolfo Mota y de quien llevaba la delantera en las preferencias de Javier Duarte: Antonio Manzur Díaz.
Emocionado como pocas veces se le vio en su sexenio, Duarte de Ochoa abrazó y apapachó a su cuate del alma, a su hermano; al duartista número uno del estado, del país… ¡del mundo! Y a quien a partir de ese momento sería “su” candidato; sin imaginar que cuatro años y medio después la historia sería otra.
Aquel día Alberto Silva se jugó todo su futuro político a una sola carta… y perdió.
12 de diciembre del 2011; presente lo tengo yo.
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