Los Políticos.
Salvador Muñoz.
 

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El último Procurador
2016-12-12

Deberíamos leer menos “El Príncipe” y más “El Principito”: Camila


La medalla Ruiz Cortines entregada a colectivos de Madres y Familiares de Desaparecidos llevó hace unos días a una discusión entre algunos amigos y yo. Unos, porque defendían el reconocimiento a estas personas; el otro, porque considera que no se puede “premiar” el tesón de las personas ante la ineficacia de las autoridades en cualquiera de sus ramas, sea Gobierno o Fiscalía.


La cruzada que iniciaron personas por separado o por grupos en la búsqueda de sus familiares en terrenos, llanos, lotes o fosas comunes es ofensivo, digno de una película de terror, aunque ello obligó a las autoridades a voltear los ojos para intentar hacer su trabajo, tan así, que se anunció la creación de una Comisión Estatal de Búsqueda. Ese es el argumento que me dan los amigos para que se resolviera darles la medalla a estos colectivos: el hecho de que un movimiento social genere la reacción de las autoridades, motiva el reconocimiento.


El argumento es válido, pero lo sigo discutiendo… al final, creo que ese vacío en nuestras autoridades de un auténtico afán de servicio, de profesionalismo, de entrega a la sociedad, hace que la gente se vuelque a las calles, o en el peor de los casos, a las fosas comunes, en la búsqueda de la verdad… entonces, concluyo, seguirá habiendo más medallas y más comisiones.


La negligencia de las autoridades es también digna de una película de terror en grado superlativo. Baste recordar un caso: Gemma Mavil Hernández.


Hace casi seis meses, buscando sus restos en la Fosa Común del panteón de Palo Verde, en Xalapa, sus familiares se llevaron una nueva decepción… no hubo resultados; sin embargo, en su desesperanza, dieron luz a otras familias, porque las autoridades hallaron una fosa “clandestina” con 192 cuerpos.


¿Por qué enmarcar “clandestina” dentro de una fosa común?


Porque todo indica que las autoridades ministeriales no cumplieron con los protocolos de inhumación e identificación establecidos por la Ley.


Permítame contarlo como me lo contaron los que saben de estos asuntos del orden forense.


La orden era simple: cada vez que se encontrara un cuerpo en la vía pública, en condiciones de desmembramiento o ejecutado, era mandado directamente a la fosa común sin que se dispusiera de un tiempo para su reconocimiento y reclamo por parte de familiares. A ello hay que agregar que los pocos datos o generales que tuvieran los cuerpos, eran puestos en un papel el que a su vez era colocado en una bolsita de plástico sujeto a los restos mortales… y sin expediente.


¿Qué originó ello?


Que debido a la humedad, gases, líquidos y demás circunstancias que rodean la descomposición de decenas de cadáveres, el famoso papelito con los “generales” del cadáver, simplemente no resistió mucho… por eso, cuando hace algunos meses se descubrió al menos en Xalapa, esa “fosa clandestina” (así, porque no cumplió los protocolos de inhumación), no sólo se evidencia la actitud de las autoridades ministeriales de querer literalmente “enterrar” una realidad, sino a la vez, “enterrar” la oportunidad a cientos de familias de encontrar a su pariente, aunque fueran sus restos mortales.


Ante el descubrimiento, el entonces Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras ordenó a sus autoridades forenses generar un expediente de cada cadáver hallado, intentar rescatar los generales en los desechos de papel envueltos en bolsa, y lo más importante: colocar en una placa de acero, los datos que pudieran servir para la posible identificación por parte de los familiares…


¿Se imagina cuánta paz se hubiera llevado a cientos de hogares, tan solo en el caso de Xalapa, si el último Procurador de Veracruz hubiera hecho su chamba?


Camila tiene razón


“Hace unos días, mi hija Camila me dijo que deberíamos leer menos ‘El Príncipe’ y más ‘El Principito’ y tiene toda la razón. Cuando encontramos en este interesante libro la frase ‘Lo esencial es invisible a los ojos’ nos tenemos que dar cuenta que el rescate de nuestra sociedad está en la misma sociedad, no podemos seguir siendo espectadores y saber que pasa algo malo y no hacer nada para corregirlo”, dijo Arturo Hernández Abascal, durante la cena de Sumando Aliados, que tuvo un doble propósito:


1.- Festejar la amistad, llenarse de buenos deseos que a la vez se conviertan en energía positiva y que juntos como equipo, como familia, superar los retos y alcanzar las metas fijadas que ayuden a fortalecer a nuestra sociedad.


2.- Parte de lo recaudado en la cena de Sumando Aliados fue para el Centro de Cancerología del Estado de Veracruz, en espera de que sirva para motivar a quienes padecen este terrible mal para salir adelante, como una forma de agradecer a todo el personal del hospital que, pese a las necesidades, pone su mejor esfuerzo.


Por lo pronto, mañana vuelvo a leer a “El Principito”... Camila tiene razón.


smcainito@gmail.com

 
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