Desde el café.
Bernardo Gutiérrez Parra.
 

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Una charla con Ezequiel Castañeda en nuestro viejo barrio
2017-01-27

Largo rato tenía que no coincidía con Ezequiel Castañeda Nevarez “El Cheque” en una charla informal. Y más largo rato (cincuenta años), que no lo hacíamos en nuestro barrio de la calle Fausto Vega, en Tuxpan.


Me dio gusto volverlo a ver sobre todo ahí, en el barrio de nuestra niñez que vaya que ha cambiado.


La casa donde viví es ahora un caserón tétrico lleno de barrotes que semeja una cárcel, el campito de fut está sepultado por varias casas habitación y el árbol centenario donde nos trepábamos un día sí y otro también ya no está.


El padre y la madre del Cheque vivían con sus nueve hijos en una vecindad de madera que compartían con 14 familias, y de la que sólo queda el cascarón que da a la calle.


Con su padre imposibilitado para trabajar, Ezequiel y sus hermanos mayores salían a buscar el sustento familiar apenas llegaban de la escuela Antonia Nava. A veces lo veía con un cajón de bolear, otras con una vitrina llena de dulces, otras más vendiendo papitas, voceando el diario La Tribuna tuxpeña o empujando un carrito de paletas.


Su madre, enfermera de profesión, era la encargada de inyectarnos a toda la chamacada cuando así lo prescribía el médico.


Algo que siempre llamó la atención de todo el barrio sobre esa familia cristiana, es que tanto el padre como la madre de Ezequiel, inculcaron en sus hijos sólidos valores morales.


Pardeaba la tarde cuando pasé por el barrio antes de regresar a Xalapa y me topé con el Cheque que platicaba con varios amigos mutuos a la vieja usanza: bajo la luz de un farol de la CFE. 


Pasamos más de dos horas hablando de las diabluras que hacíamos de chamacos, hasta que llegó el inevitable tema de la política.


“¿Que quieres ser alcalde?”, le pregunté. “Ahí me traen, ahí me traen" me contestó.


Ezequiel sabe que en estos tiempos ser candidato del PRI es una invitación a la derrota. El partido está desprestigiado y vapuleado. Sus militantes son vistos con recelo y por consiguiente la gran mayoría de sus candidatos serán rechazados. Pero su congruencia de siempre no le permite cambiar de bando. Sus 40 años de militancia partidista le impiden competir por otro partido a pesar de que le han ofrecido esa oportunidad.


“Aquí en Tuxpan nos conocemos todos desde siempre y la gente sabe quién es quién;  la mayoría de los tuxpeños saben que jamás he incumplido un compromiso y que no soy ratero” dice este hombre que cuando fue secretario del Ayuntamiento en tiempos de Alberto Silva, fue señalado de corrupto (a ocho columnas) por un diario regional. Y en lugar de molestarse, pegó por casi una semana la página del diario en la entrada de su oficina y con eso acalló a los malquerientes.


Cuando lo saludé en el barrio, acababa de llegar de una comunidad a donde acompañó a otros amigos a llevarles un mensaje de aliento y servicio médico gratuito a los comuneros; ciudadanos ayudando a ciudadanos.


Para una campaña se necesita dinero, mucho dinero que Ezequiel Castañeda no tiene.


“Puedes recurrir a tus empresas fantasma” le sugerí con sorna y soltó la carcajada. Luego, ya serio me comentó “Ni para qué hacer caso de esas falacias, ya la Contraloría General me exhoneró y la PGR me declaró confiable en los exámenes para ser Fiscal. Te revisan todo durante 48 horas. No todos aprueban”.


Un par de veces han pretendido señalarlo por presuntos desvíos de recursos pero sin ninguna prueba. La primera vez fue aquel periodicazo que puso en la entrada de su oficina. 


Tranquilo por naturaleza, Ezequiel ni se inmuta, nunca ha sido citado en alguna investigación, sabe que jamás ha torcido el sendero por donde lo encaminaron sus padres. Pero lo mejor para él es que lo saben quienes lo conocen y quienes sólo lo conocen de oídas. 


-¿Te preocupan esos señalamientos?


-Para nada. Me preocuparían si fueran ciertos. Todo mundo me ve caminando solo y tranquilo por las calles y duermo muy bien. Quienes no han de dormir así son los que saben que están embarrados en ese y en otros fraudes- me contestó.


Y en efecto, llegó solo al barrio del Fausto para saludar a los amigos.


La velada terminó de la mejor manera; en un puesto de tacos frente a la vecindad donde vivió y con el mismo taquero que nos conoce desde chamacos.


-Aquí el Cheque no necesita hacer campaña. Sabe que lo conocemos y lo apoyaremos si resulta candidato- me dijo uno de los viejos amigos de infancia. 


bernardogup@hotmail.com

 
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