En su momento, Heriberto Ponce Miguel, el Regidor que preside la Comisión de Tránsito y Vialidad del Ayuntamiento capitalino, comentó que “se trata de una medida más que correctiva, preventiva, y pidió el apoyo y la participación de los ciudadanos para que eviten ser sancionados.
“Nuestra intención no es detener el flujo vehicular en determinados puntos, lo que queremos es que respeten el límite de velocidad, que en la Avenida Lázaro Cárdenas es de hasta 70 kilómetros por hora”.
También tiene una opinión el cumplido Delegado de Tránsito en Xalapa, Arturo García García, quien explicó que la saturación vehicular en Lázaro Cárdenas y en otros puntos “provoca la desesperación de los transeúntes, que buscan la manera de salir y exceden por ello los límites de velocidad”.
Américo ha insistido en que esta campaña tiene que ser permanente y aplicada en toda la ciudad, porque la reducción de velocidad salva vidas. Él no lo ha dicho, pero seguramente piensa que con una muerte que se evite -y serán muchas en verdad- la campaña cumplirá su objetivo con creces.
Una vida humana es mucho más valiosa que cualquier prisa que pueda tener un ciudadano (esto lo digo yo, pero seguro lo suscribiría nuestro alcalde), y por eso todos deberíamos apoyar la campaña y participar activamente para que quien está atrás de un volante entienda que si va despacio llegará lejos y sano, y sobre todo podrán permanecer a salvo los transeúntes o los pasajeros de otros vehículos que se atraviesen en su camino.
Sé que las películas y la televisión hacen ver la velocidad como un sinónimo de hombría, de arrojo, de poder. Muchos toman como modelo al conducir a los rápidos y furiosos que hacen cabriolas imposibles con sus coches, y eso es gracias a la magia de los efectos especiales.
Cuántos incautos no han sufrido accidentes de suma gravedad porque piensan que, como en los filmes gringos, las leyes de la física no aplican para ellos.
La autoridad municipal está tomando medidas para evitar que nuestras calles sean espacio para bólidos que son verdaderas armas mortales, y eso se debe apoyar sin ambages. Si todos vamos más despacio, la vida no será menos emocionante. Al contrario: si todos vamos más despacio, la vida será preservada.
Bien lo decía hace muchos años don Fernando Marcos: “Más vale una hora tarde, que un minuto de silencio”.
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