A la inseguridad sanitaria que representan estas playas, más aquellas que durante el periodo vacacional son contaminadas a grados extremos por los propios turistas y prestadores de servicios, ante la falta de vigilancia sanitaria por parte de los ayuntamientos y el gobierno estatal, este año tendremos que agregar, como en años anteriores, la inseguridad pública que priva en varias ciudades del estado, de la que no escapa el principal destino turístico de playa de la entidad, la zona conurbada Veracruz-Boca del Río.
El propio gobernador Miguel Ángel Yunes Linares dijo este lunes que en vacaciones de Semana Santa y Pascua realizará recorridos por el litoral de Veracruz y se concentrará en atender temas de seguridad y turísticos; además, informó que se ha reforzado la seguridad en las zonas turísticas, principalmente en el puerto de Veracruz y Boca del Río, así como en Costa Esmeralda y el sur del estado.
No hay planes para potenciar el turismo
El grave problema del sector Turismo es que no se le ha dado la importancia que reviste para la economía veracruzana en general (incluyendo los ingresos fiscales) y para las economías a escala, que permitirían robustecer los negocios locales que generan empleos en regiones que pasan por periodos graves de crisis económica.
Los enormes hoyos financieros generados por la corrupción, al menos en los gobiernos de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa, han provocado que la red carretera esté prácticamente destrozada, lo que inhibe el arribo de turistas que están prefiriendo otras ofertas, principalmente del lado del Pacífico y aquellas que les brindan cercanía y buenos servicios turísticos, incluso si no incluyen mar.
No ha habido en los últimos gobiernos estatales una preocupación real por explotar un sector de la industria que daría muchos ingresos a los veracruzanos, con un litoral de más de 600 kilómetros que ofrece muchos más atractivos naturales que los que ofrece el considerado buque insignia del turismo (de playa, de convenciones y de negocios) como lo es la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río.
Aunque Yunes Linares se refirió a Costa Esmeralda, lo cierto es que para llegar a ese largo tramo de playa se deben recorrer carreteras ruinosas verdaderamente riesgosos para los automovilistas; no hay aeropuertos cercanos que permitan atraer turismo de otros rumbos del país más allá de las poblaciones localizadas en los estados de México, Puebla, Tlaxcala y la Ciudad de México. Y en el caso de Tuxpan cuyas playas, gracias a la autopista a la Ciudad de México, se convirtieron en las más cercanas a la capital del país, no cuentan con una adecuada promoción turística que les permita ser atractivas para un mayor número de mexicanos.
Lo más seguro es que en el bienio yunista, el turismo no pase de ser no más que una tarea de atención a factores esenciales como vigilancia y auxilio a los visitantes. No ha habido una prospección sobre la importancia de este sector y, mucho menos, un programa gubernamental que permita generar una visión de mediano plazo sobre la aceleración en el crecimiento de la oferta turística y la generación de condiciones para atraer a un mayor número de visitantes, pese a contar con muchos nichos de oportunidad, como el turismo cultural, de aventura y de convenciones, además del tradicional turismo de playa.
Es cierto que las arcas están vacías, pero si el secretario de Turismo y Cultura, Leopoldo Domínguez Armengual (más preocupado por llevarse las oficinas a la nueva capital estatal, Boca del Río), tuviera una mayor creatividad y fuera más exigido por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares (quien parece mantener a todo su séquito de secretarios en calidad de zombis), ya habría corrido a reunirse con funcionarios federales para hacer algo por aprovechar lo que tenemos en esta materia.
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