en Veracruz.
En la política, la denostación sin pruebas es una herramienta cobarde para algunos medios de comunicación y peor, cuando es realizada a mujeres por su físico y hasta puesto laboral. Hace algunas semanas, leímos en medios de comunicación a sueldo, asegurar información sin poder corroborarla, sobre la relación de políticos con sus secretarias y armar todo una novela de amoríos, desencuentros y hasta beneficios del Jefe. La opinión pública se distrae con temas banales y romances sin comprobar, para ver sólo el árbol y no observar el bosque...
El primero, se orquestó una campaña de desprestigio en contra de empleadas en el Instituto de Pensiones del Estado, dejando entrever los atributos físicos de ellas y aseverar ser parte del harem del titular del IPE, Hilario Barcelata Chávez. Estos medios de comunicación y columnistas incondicionales, beneficiados desde hace mucho tiempo, con el otorgamiento de pagos hechos por políticos de poca monta que pertenecen al Consejo Administrativo del IPE. Los impolutos dueños de Portales en la Internet y analistas políticos, quienes por cierto, todos ellos se ostentan como varones, desdeñan a las trabajadoras marcándolas como barbies y quienes presuntamente carecer de perfil y sus atributos físicos las hacen merecedoras al escarnio periodístico clientelar...
Varias afectadas en su imagen moral, han querido interponer una queja ante las instancias legales, por los calificativos peyorativos que usan estos “varones” dueños de medios de comunicación y quienes usan encabezados lascivos y denigrantes, para vender su producto al mejor postor.
Uno más, fue el caso de la mujer agredida en la tienda Superama, en Xalapa y la denuncia ciudadana fue ventilada en la Internet. Desde la narrativa del hijo de la víctima, subida a las redes sociales, ésta fue desvirtuada de la realidad, pues los hechos no ocurrieron como él los cuenta, teniendo como prueba, el testimonio de las dos personas quienes auxiliaron a la afectada, hasta una serie de aseveraciones y posibles móviles incomprobables, cambiando su estatus de víctima, para colocarla en el banquillo de los acusados...
La hija de la víctima, quien labora en el Congreso de Veracruz, le emprendieron una campaña de desprestigio por parte de columnistas varones, quienes cobardemente la involucraron con un legislador, afirmando sin pruebas, la existencia de pleitos y amoríos, afectando la integridad moral de los dos involucrados. Y eso, inteligentes lectoras y lectores, no es periodismo, pues caen en notas de alarma, chismes de la farándula y venta de morbo ante la opinión pública...
Nos han preguntado algunos amigos, por qué su servidora no publica las relaciones extramaritales, amoríos y hasta vidas privadas tormentosas de los políticos... La respuesta es simple: Porque la vida privada, es así, privada. Nuestro interés es el tema público como funcionario estatal o político, teniendo como regla ética, no metemos con la familia, si ésta es privada y no tiene relación con la actividad del político o servidor público. Como ejemplo, si es gay, lesbiana, entre otras orientaciones sexuales, son parte de lo privado y no estigmatizar o denostar a una persona, cuando esto pertenece a su privacidad...
En el caso de las mujeres, si tienen un físico trabajado en el gimnasio y se presume en el trabajo, es criticado por algunos, tachándolas de fáciles y hasta prostitutas, como parte de esa cultura machista y misógina, que se resiste a desaparecer...
Esos varones dueños de medios de comunicación mercenarios, así como columnistas misóginos que se mofan del físico de las mujeres, con rasgos indígenas, gordas o deportistas, señalándola de ser “barbie o reinis”, deberían recordar la ética periodística y no lucrar a costa de la integridad moral de ellas, quienes son madres, esposas, hijas y hermanas, causando un daño colateral a las familias por sus aseveraciones y conjeturas desvirtuadas e infundadas.
Terminar con prácticas misóginas, para vender sus notas informativas, es parte ya del nuevo modelo del periodismo nacional, quitando estereotipos en contra de las mujeres y dando respeto al género femenino, como parte de la cultura entre los mexicanos.
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