En cinco meses, el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares ha sufrido ya un importante desgaste ante la población del estado, que si bien aplaude que se proceda judicialmente contra los duartistas que saquearon el erario en la administración anterior, no se conforma con ello y exige resultados en otras áreas, principalmente la de la seguridad, donde es inocultable que la situación no marcha nada bien.
El proyecto yunista le apuesta en buena medida a tener éxito en los comicios municipales para luego vender la idea de que fueron una especie de referendo al gobierno de Yunes Linares y del grupo político que comanda. Por lo mismo, una derrota, a un año de haber ganado la gubernatura, sería evaluada de manera inversamente proporcional en términos de aprobación ciudadana. El efecto político y de percepción sería catastrófico.
A esto hay que sumar que tanto el PAN como el PRD están desdibujados. Los panistas de cepa están arrinconados por los intereses del yunismo que se ha impuesto decididamente dentro del blanquiazul, y adicionalmente sufren de un fuerte desgaste interno por la pelea que se libra por la candidatura presidencial y que ya ha provocado agrios roces entre figuras de jerarquía de ese partido, que amenazan con llegar a la fractura.
A su vez, el PRD es una sombra del partido que fue. La desbandada de militantes hacia Morena lo ha convertido en un cascarón que cada vez vale menos en cuanto a rentabilidad electoral. Y la ausencia de liderazgos con auténtica autoridad política y moral ha propiciado que en plazas en las que le tocaba postular al candidato a alcalde de su coalición con el PAN, le hayan sido impuestos personajes que nada tienen que ver con el perredismo, convirtiendo sus procesos internos en una mera simulación.
Para su fortuna, en el PRI no están mejor. Al desprestigio que arrastra ese partido luego del sexenio de horror de Javier Duarte de Ochoa hay que añadir el repudio que experimenta el tricolor en amplias franjas sociales de todo el país, que se extiende de manera casi imparable. Ni la detención de Javier Duarte ha logrado atenuarlo.
Además, las confrontaciones internas por la integración de las planillas de ediles también han colocado al PRI veracruzano en un callejón del que su dirigencia no sabe cómo salir, atrapada también por diversos intereses cuyo objetivo es la sucesión a la gubernatura en 2018.
En esta coyuntura, el escenario parecería propicio para un día de campo para el Movimiento de Regeneración Nacional, que montado en la figura de su líder, Andrés Manuel López Obrador, amenazaba con desfondar a sus oponentes en prácticamente todo el estado. O al menos así era, antes de los videoescándalos de la “recaudadora” Eva Cadena.
Aún no se cuenta con una medición confiable de la afectación que para Morena y sus candidatos vaya a tener la exhibición de la ex abanderada por Las Choapas recibiendo dinero. Entre su base dura, seguramente no hay tal. Habrá que ver entre el resto de la población. Y sobre todo, esperar a que salgan o no más videos que comprometan a otros de sus líderes, como se ha especulado que sucederá en breve.
Así que, una vez más, vamos a campañas donde el lodo es abundante y las propuestas muy escasas. Para desgracia de los ciudadanos.
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