Al cometer el atraco por más de 34 mil millones de pesos contra los veracruzanos, Javier Duarte de Ochoa embarró para siempre a su familia, pero principalmente a sus hijos que son los que cargarán con el apellido y la maldición paterna.
Por mucho que vivan en un país alejado de México, no faltará quien los señale como los hijos del ladrón más grande en la historia de este país, y ese calvario lo sufrirán todos los días de su vida.
El martirio será mayor cuando detengan a su mamá; porque Karime también será llamada a cuentas. El exilio dorado del que goza en Inglaterra terminará en unos meses cuando se ordene su aprehensión y extradición.
Hasta hoy, ningún vástago de connotados ladrones ya sean ex presidentes o ex gobernadores ha sufrido quebrantos como los que sufren y sufrirán los niños Duarte-Macías.
No quiero imaginar al mayor que tras escuchar su nombre en la escuela: Duarte Macías Javier, tenga que soportar en silencio el morboso escrutinio de sus compañeros, no por ser mexicano o latino, sino por ser hijo de un par de ladrones.
Quizá nunca regresen a México, quizá cambien de apellido y será lo más sano porque Duarte es y será por siempre sinónimo de latrocinio.
En nada de eso se pusieron a pensar sus mentecatos padres Javier y Karime mientras desvalijaban a Veracruz cubiertos con el antifaz de gobernador y de primera dama.
Par de rufianes perversos.
Impunidad es el verbo
La periodista Balbina Flores, representante de la Organización Reporteros Sin Fronteras, dijo ayer en el Ágora de Xalapa que mientras no se acabe la impunidad, seguirán las agresiones y asesinatos a periodistas.
Invitada al Foro “Libertad de Prensa” auspiciado por la Comisión Estatal para la Atención y Protección de Periodistas, Balbina agregó que el reto del gobierno que encabeza Miguel Ángel Yunes, es terminar con la impunidad e investigar y dar con los autores intelectuales y materiales de los crímenes a periodistas.
Loables palabras las de la compañera que de seguro se toparon con la indiferencia del gobierno estatal al que le importan pura corneta los compañeros del gremio.
Es la hora en que nadie sabe cómo va la investigación sobre el asesinato del periodista Ricardo Monluí, ultimado en marzo, y tampoco se sabe nada sobre los responsables del atentado a balazos que sufrió en Poza Rica el periodista Armando Arrieta Granados, que por poco le cuesta la vida.
En este gobierno lo que hace el representante del Ejecutivo estatal, es tomarse la foto con los familiares de la víctima y la Fiscalía promete castigo a los culpables. Después, nada. El manto de la impunidad se encarga de cubrir a los responsables.
Pero se agradece la visita de Balbina y su preocupación por los colegas que, la verdad sea dicha, están en la indefensión casi total.
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