He escuchado infinidad de veces que Veracruz es un paraíso, con un potencial enooooorme, que somos el granero de México y uno de los pilares de la economía nacional, pero hoy seguimos igual de jodidos. No llega ese porvenir de plenitud y bienestar universal.
Una de las múltiples razones por las cuales los políticos no cumplen y por las cuales no hemos llegado a ese paraíso prometido, es porque una vez que terminan su periodo de gobierno se retiran a administrar los millones “ganados” y jamás los volvemos a ver. Los chapulines, esos que tanto se critica, tienen una aspiración de continuar vigentes y por eso se medio esmeran.
Ninguno de esos esfuerzos es por altruismo ni porque realmente les importe el pueblo, tampoco nos autoflagelemos; pero es un principio. Esa intención de mantenerse vigentes está incluida en la figura de la reelección que y en muy poco tiempo se pondrá en práctica en Veracruz.
Antes de irse, Javier Duarte hizo algunas travesuras pues la anterior Legislatura autorizó la Reforma Político-Electoral mediante la cual se establecía la reelección de los diputados locales hasta por cuatro ocasiones y un periodo gubernamental de transición de dos años. Y este martes se presentó ante el Pleno la iniciativa de modificación de las leyes y códigos respectivos.
Los diputados locales se están poniendo las pilas. Quieren tener la oportunidad de reelegirse y de convertir a Veracruz en el paraíso en la tierra, y nos venderán en campaña la utopía de una vida plena y de abundancia.
Tantos años, tantos candidatos y todavía hoy nos siguen dorando la píldora.
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