El Gobierno de Enrique Peña Nieto le está apostando con todo a su revolución educativa, y se nota decidido a consolidarla hasta donde más se pueda en los 16 meses que le quedan al régimen.
Es un buen intento para mejorar la calidad de nuestra educación,, tan ayuna en nuestros planteles, públicos y privados.
Es, asimismo, una medida indispensable para sacar al país del marasmo intelectual en que nos hundieron las pésimas políticas públicas y el trato distinguido e inmerecido que han recibido los líderes profesoriles y las masas de docentes que dicen que conducen.
Pero es igualmente un reconocimiento a los buenos maestros, que los hay para salvación del oficio de educar, que debiera ser un apostolado y muchos convirtieron en un cómodo modus vivendi a través de tantas concesiones, de tantas conquistas sindicales, de tantos bonos injustificables.
La reforma educativa de Peña va, con todo. Por eso vemos su publicidad hasta en la sopa.
Y eso es bueno para el futuro del país.
Pero esa propaganda, según algunos perspicaces, tiene una segunda intención: impulsar la imagen de Aurelio Nuño Mayer, con el fin de probar si es posible que crezca como figura pública al grado de que sea considerado como el candidato del PRI para la grande de 2018, toda vez que los enfilados hasta ahora no han podido crecer en la encuestas, que los ubican muy alejados de la preferencia generalizada en favor de Andrés Manuel López Obrador y del porcentaje sensible que alcanza Margarita Zavala.
Miguel Ángel Osorio Chong, que es el priista mejor colocado en este momento, está en un estrato muy bajo para ser competitivo. Videgaray de plano no pudo conquistar la simpatía ciudadana. Meade tiene que abrir los candados partidistas y tampoco es muy popular que digamos. El doctor José Narro Robles, con ser el mejor, no avanzó como supusieron, aunque se debe decir que la campaña mediática a su favor fue más bien discreta.
Hoy hace el intento este muchacho que en la prepa del Inhumyc en Tlalpan le decía a sus condiscípulos que algún iba a ser Presidente de la República y a sus 40 años ya está enfilado con buena posibilidad, desde la titularidad de la SEP.
La educación es una oportunidad magnífica o un hoyo negro, según.
Nuño podría ser un candidato formidable si logra aprovechar a su favor la interlocución directa que tiene con los sindicatos magisteriales, que representan un ejército de más de un millón de promotores del voto, especializados en la movilización ciudadana.
Por eso no se ha visto mal desde la Presidencia de la República que el joven Secretario de Educación ponga a prueba su imagen fresca e intente concitar la simpatía popular, la simpatía electoral.
Es muy pronto para adelantar resultados, pero Aurelio ya está en el camino y en semanas sabremos hasta dónde pudo llegar.
PD. Con motivo de estas vacaciones largas, este espacio, su autor y los lectores tendremos un momento corto para el asueto. Nos vemos el próximo lunes 31, DM.
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