Ubico las calles en el Google Maps y me doy cuenta que la distancia de la iglesia a donde se suscitó la balacera no es mucha. Son apenas unas cuadras. Adentro no escuché nada, tal vez los cánticos o las oraciones fueron mayores a los atronadores plomazos. Reúno a mi familia y sin decirles qué pasaba, como en película de Charles Chaplin, emprendo la graciosa retirada hacia mi domicilio.
Ya en casa sigo la transmisión del Gobernador en Periscope y coincido con él en muchos puntos. Es una lectura monótona de números y cifras, comparaciones de una semana contra la anterior y me pregunto por qué los números ofrecidos no son mes con mes. Me pregunto de qué nos sirve que Elías Assad haga hincapié en que el Gobernador se reúne “Como todos los domingos”. Me pregunto de qué nos sirve que Elías Assad destaque que lo hace “desde muy temprano”. Me pregunto a qué se refiere el Gobernador con el elemento “que juega en contra de la percepción de seguridad”, y que es “el tema de la comunicación tan eficiente que tenemos hoy, es una comunicación que sirve a las personas”. Me pregunto a qué se refiere a que “Claro que la sociedad se alerta más porque de repente se enteran de un homicidio y no importa que el homicidio se haya efectuado 500 kilómetros alejados y la persona se altera y se siente preocupada”.
Los números que dio el Gobernador desafortunadamente no sirven. Comparar una semana con la anterior no da claridad. Pasamos de 20 homicidios a 17; se tuvieron 22 ejecuciones; 2 secuestros; robos de banco bajó de 1 a 0… y así por el estilo los números. Pero, ¿Qué significan? ¿Son muchos, son pocos? ¿Con esa frialdad numérica debemos sentirnos más seguros? La verdad es que ni idea. A la población no le importan los números, le importa la percepción. Esa maldita percepción que es el coco de todos los gobernantes.
Yunes Linares quiere tener razón al afirmar que un homicidio que sucede a 500 kilómetros en realidad no debería afectarnos; pero afecta. No pasa desapercibido porque en un mismo día hay muertos en el norte, en el sur, en la montaña o a la vuelta de la esquina. La percepción de inseguridad está presente porque prevalece la inquietud de que “en ese lugar estuve, ahí he estado, tengo familia allá, conozco ese sitio”… pero sobre todo por la pregunta “¿y si los plomazos se hubieran soltado mientras pasaba con mi familia por allí?”.
De nada nos sirven las cifras que da el Gobernador. Es la percepción… la maldita percepción.
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