Desde que lo conocimos en el aeropuerto de El Lencero cuando el Tío Fide arrancaba su precampaña en busca de la candidatura priista al gobierno, Javier Duarte se mostró tal cual: desfachatado, con los pantalones de dril café muy guangos, unos zapatos tipo pantuflas, camisa de manga larga con los botones a la altura del abdomen a punto de tronar, enormes lentes con armazón de plástico (muy corrientitas) y un mechoncito colgándole en la frente.
Nos lo presentaron y, al escuchar mi nombre, soltó la primera sonora carcajada de muchas iguales, a veces más sonoras, que le habríamos de oír.
“Yo lo leo todos los días, soy el que le hace los recortes de periódico al senador, mire dónde lo vine a conocer”. La verdad nos sorprendió su reacción y sus comentarios, entre torpes y banales… y esas carcajadas.
Hay quienes le atribuyen una gran inteligencia, nosotros no, al contrario; si pudo ser gobernador es porque Fidel no encontró otro más tonto que él para imponerlo. Duarte le garantizaba lealtad a prueba de todo, docilidad para continuar con el negocio pero, sobre todo, que, en términos de daños en contra de los veracruzanos, superaría a Fidel por mucho, por lo que era garantía de que su paso por la administración estatal borraría la mala fama del fidelismo, como fue.
Que perdió el piso con las atenciones que le brindó el presidente Enrique Peña, pues, sí. Como joven inexperto que era en cuestiones políticas llegó a sentir que tenía a Dios por los tenates. Hacer negocios con el presidente, pedirle favores y que no niegue nada, sentir cómo que el presi cede porque no le queda de otra, es para marearse.
¿Cleptómano?, ¡nada de eso! Javier Duarte de Ochoa vivía en la miseria hasta antes de venir a Veracruz con Fidel. Apenas lo pusieron donde había, en la secretaría de Finanzas del CDE del PRI, sin mecanismos de control, con el cajón abierto para disponer de lo que quisiera, gozando de la confianza de su jefe, y que se vuelve ratero. De las enfermedades mentales que dicen sus abogados padece la única buena puede ser su acendrada mitomanía; es un mentiroso compulsivo y de eso tienen infinidad de constancias sus cómplices a quienes agarraba de pendejos a cada rato.
En vísperas del proceso electoral de cambio de gobernador, juró y perjuró que la elección la tenía ganada para su partido el PRI: “me gusta la alternancia, pero de que me pase a mí, que le pase a otro pendejo”, dijo durante un desayuno en casa del maestro Carlos Brito, soltó su acostumbrada carcajada y todos lo secundaron (sus achichincles o cómplices, vaya).
Luego nos comentaría: “ya hablé con el presidente y me autorizó cambiar a dos años el próximo periodo, lo hago porque nadie le va a entrar, ni Miguel Ángel Yunes; en dos años no recupera lo que se debe invertir en una campaña gubernamental”.
En otra ocasión, cuando Duarte andaba de la mano de su compadre Alberto Silva Ramos, los senadores Yunes del PRI andaban luchando por quedarse con la candidatura y se placeaban para ver a favor de quién se inclinaba el gordo, volvió a comentar: “hablé con el presidente Peña y me pidió que sacara el proceso electoral local solo, que decida lo que se tenga que decidir y, porque sabe que soy un ganador, me deja la confianza”… El Cisne esponjó su plumaje y dejó ver una sonrisa de satisfacción.
Y ya con el problema encima, cuando le pidieron que dejara el cargo porque las cosas estaban medio feas, a Carlos Loret de Mola, en cadena nacional le dijo: “no voy a huir, al contrario, enfrentaré lo que sea necesario para demostrar que no he cometido ningún delito”, y desapareció.
Desde el penal de Matamoros, en Guatemala, Duarte dejó sentir, a través de diversos medios de comunicación de circulación nacional y de periodistas de peso, su buen humor y su mitomanía, burlándose del proceso que le esperaba y desafiando al gobernador Yunes Linares; luego salió con el versito ese que a todo mundo sacó de onda porque ni lo dijo bien pero dejó ver, con gran claridad, la mano negra que sigue estando detrás de él. Duarte no es ni medianamente culto para andar recitando poemas o pensamientos profundos, lo que pasa es que le dieron el texto y no se lo pudo aprender.
¿Huelga de hambre o dieta?
Las últimas ocurrencias (manipuladas) que sabemos de este cínico corrupto es la amenaza de que haría una huelga de hambre, porque se considera preso político y de esa forma presionará para exigir sus derechos, y otra carta que le envió a su enlace de prensa Ciro Gómez Leyva, en la que se le va encima al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, con asuntos que todos los veracruzanos conocemos por lo manoseados que están.
Javier Duarte de Ochoa, El Gordo, Javidú, La Botarga y tantos apodos que ha acumulado, sigue siendo el mismo: cínico, bandido, dispuesto a hacer lo que le ordenen con tal de congraciarse con quienes están en el poder y lo pueden ayudar, leal a su jefe El Tío, y títere de quienes lo han usado en estos últimos años para hacer negocios en sociedad, para desacreditar o enlodar gente, para golpear adversarios de la mafia en el poder, para poner la jeta y que le den de periodicazos como el perro de la tía Cleta, que nomás asoma el hocico y le rompen la jeta, pero con el mismo desparpajo de siempre.
Con su comportamiento, Duarte ha ganado mucho sin exponer nada. No tenía carrera política que proteger, no era un hombre acaudalado, al contrario, no tenía ningún prestigio que cuidar, era un pobre diablo a quien Fidel Herrera encumbró para utilizar y ahí está… humillando a los veracruzanos con sus actos: ya nos saqueó, ya dejó una estela de muerte, ya nos expuso a las bandas delictivas con las que negoció la plaza y ahora sale con la babosada de que se pone en huelga de hambre (más bien a dieta) en demanda de derechos y porque es un “preso político”… !Jajajajajajajaja, pinche gordo!
El ejercicio del poder… patrimonialista
Interesante el documento que distribuyó ayer el Secretario de Comunicación Institucional del CDE del PRI (vocero de ese partido), Marco Antonio del Ángel Arroyo, en el cual define, desde su óptica, lo que ha sido hasta hoy el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares. Este escrito comienza diciendo: “El accionar público en el Estado de Veracruz ha sido una lucha por el ejercicio de poder patrimonialista encarnado por Miguel Ángel Yunes Linares. El patrimonialismo, en palabras de Octavio Paz, es la vida privada incrustada en la vida pública. “El cuerpo burocrático no es impersonal, es una gran familia con vínculos de parentesco, amistad, compadrazgo y paisanajes. Si el gobierno es patrimonio del rey, cómo no va a serlo de sus parientes, amigos y favoritos”.
“Esta idea de Octavio Paz describe de manera certera al gobierno de Yunes Linares. Este gobierno descansa en un trípode perverso: un gobernador que aspira a ser rey; un secretario de seguridad pública que a duras penas puede decir dos palabras de corrido; y un fiscal mayordomo. Ese es todo el gobierno de Yunes Linares, basado en el poder duro, en el poder coercitivo, y no en la democracia o el Estado de Derecho.
“A continuación voy a enumerar cuatro acciones que parecen aisladas pero no lo son. Esta es la forma de entender la función pública por parte del actual gobierno:
“1.- El 15 de mayo después de la denuncia y la solicitud de desafuero presentada por el Diputado Local Fernando Kuri contra el Fiscal Jorge Winckler; éste inició como represalia una investigación contra el diputado por supuestamente “falsificar documentos” para obtener el título de licenciatura.
“2.- El 13 de julio el diputado local Sergio Rodríguez Cortés fue removido de la Comisión de Hacienda del Estado por instrucciones expresas de Yunes Linares. Esto debido al posicionamiento presentado por el diputado donde exigía se terminara con el manejo discrecional de los recursos y se diera cumplimiento al ajuste presupuestal estipulado en la ley de ingresos y el presupuesto de egresos.
“3.- El 16 de julio lejos de pedir que se investigaran las amenazas hechas a reporteros en Veracruz, Yunes Linares desestimó y se burló de la denuncia pública formulada por el psicólogo Joaquín Rosas Garcés, director del portal Al Calor Político, sobre las manifestaciones de violencia realizadas contra reporteros de ese portal de noticias.
“4.- El 19 de agosto Raúl Díaz, dirigente del PRI en Veracruz denunció públicamente la agresión sufrida a manos del hermano del gobernador: German Yunes Linares. Éste insultó, amenazó y retó a nuestro compañero de partido haciendo alarde de su condición como familiar de Yunes Linares”.
“Todos y cada uno de los abusos y arbitrariedades antes relatadas permanecen en la absoluta impunidad”.
REFLEXIÓN
Como buen burro que es, el diputado panista Sergio Hernández Hernández, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado de Veracruz, no entiende ni pizca de lo que es la prudencia. Al montón de barbaridades que ha cometido, todas en agravio de los veracruzanos, hay que sumar una más; la compra que hizo de uno de los premios denominados Global Democracy Awards, los cuales se entregarán el próximo 30 de agosto en la ciudad de Washington… ¿En cuánto nos saldrá esta otra estupidez? Los panistas en el poder, como chivos en cristalería. Escríbanos a mrossete@yahoo.com.mx formatosiete@gmail.com www.formato7.com/columnistas |