Mi amigo Arturo Miguel, que ha sido víctima del acoso telefónico de City Banamex como vimos en mi columna de ayer (cfr. http://journalveracruz.com/2017/08/23/city-banamex-la-exasperacion-1/), me contó que a alguna de las telefonistas que le estuvo llamando reiteradamente le preguntó cómo era que esa empresa había tenido acceso a su número de celular y su nombre completo. Ella le dijo que tenía esos datos porque él había manejado antes una tarjeta de crédito o una cuenta de Banamex, pero mi amigo le replicó que eso no era cierto, que él nunca había sido cliente de ese banco. Entonces, la señorita -que se ve que había sido capacitada para aportar varias respuestas- le dijo que en el contrato de cualquier tarjeta de crédito viene una cláusula en la que el cliente acepta que sus datos sean proporcionados a otros bancos, lo que es una absoluta mentira.
Mi estimado Andrés Landa -que es un buen periodista, aunque lo haya olvidado- me envía unos inteligentes y atinados comentarios sobre el tema, y aquí me despido yo, porque en adelante y hasta el final le dejo la palabra, sobre lo que pueden hacer con nuestra información personal:
“Venden las bases de datos, y la protección de datos personales se la pasan por el arco del triunfo. Una buena lana han de obtener por la venta de esa información, que además nos expone al robo de identidad.
“Más miedo me da la base de datos que ahora está integrando el Gobierno del Estado con el empadronamiento vehicular para el Transporte Público. Cuando ya tienen toda la información de los concesionarios, nuevamente piden documentos. Sin embargo, y lo más tenebroso es que esa base de datos ahora se moderniza con tomarte fotografía del iris de los ojos, de las huellas de las dos manos y de tu rostro.
“Con la venta de esa base de datos te pueden robar tu identidad y empezaría tu tortura, porque hasta la cárcel puedes ir a dar por algo que tú no hiciste.
“El mismo mecanismo hacen el SAT y las agencias automotrices a las que se les solicita un crédito para la compra de un auto. El que te tomen foto hasta de la lengua no habría problema. El inconveniente está en los empleados o funcionarios que venden esa base de datos. Muchos de los avances de las tecnologías de la informática no se usan con responsabilidad y mucho menos en un país que ocupa los primeros lugares en corrupción.
“En fin, vivimos en México…”
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